Geoffrey Hinton, Nobel de Física, Anticipa Mayor Impacto de la IA: Millones sin Trabajo y Cambio que Nadie Espera

Geoffrey Hinton, considerado el “padrino de la inteligencia artificial”, acaba de recibir el Premio Nobel de Física 2024 y, Lleva meses lanzando una advertencia bastante incómoda: si la inteligencia artificial sigue avanzando al ritmo actual, el futuro del trabajo puede cambiar de raíz y no para todo el mundo a mejor.

En una conversación reciente en la Universidad de Georgetown, con el senador Bernie Sanders, Hinton explicó por qué cree que las predicciones de Elon Musk y Bill Gates sobre el empleo y la inteligencia artificial no van desencaminadas. A simple vista suena bien eso de trabajar menos y tener más ocio, pero falta un detalle clave que Hinton repite una y otra vez.

Lo que plantea este investigador británico-canadiense no es una fantasía lejana. Tras dejar Google en 2023, donde fue una figura central en el desarrollo de redes neuronales, se ha centrado en avisar de los riesgos de la inteligencia artificial para el empleo, la economía y el equilibrio de poder. Y lo hace con un matiz que cambia el tono del mensaje “optimista” de Silicon Valley.

Hasta ahora, cada gran revolución tecnológica había seguido un patrón parecido: se destruían empleos, pero aparecían otros nuevos capaces de absorber a la mayor parte de los trabajadores. Pasó al pasar de la agricultura a la industria y, más tarde, de la industria a la economía de la información.

En Georgetown recordó esa diferencia de forma explícita. Mientras que en las revoluciones anteriores la tecnología necesitaba a mucha gente para funcionar, ahora caminamos hacia sistemas capaces de hacer tareas complejas sin intervención humana. Cuando la inteligencia artificial sea tan lista como una persona corriente, o incluso más, cualquier trabajo que tú puedas hacer, en teoría, lo podrá hacer también un modelo de IA.

Ahí es donde las visiones de Elon Musk y Bill Gates entran en juego. Musk lleva años diciendo que la inteligencia artificial y los robots sustituirán todos los empleos y que trabajar será algo opcional. Gates, por su parte, plantea que llegaremos a un escenario en el que bastará con trabajar tres o cuatro días a la semana porque las máquinas se encargarán de la mayoría de tareas.

Hinton no rechaza estas predicciones. De hecho, aseguró que probablemente Musk, Gates y otros grandes nombres de la tecnología tienen razón en la idea general de que habrá menos trabajo humano. La diferencia está en el tono: Musk y Gates suelen venderlo como un futuro cómodo, casi liberador, mientras que Hinton ve detrás una amenaza clara de desempleo masivo y tensión social.

Hay un detalle paradójico en todo esto. Musk, que habla de un futuro en el que trabajar será opcional, hoy defiende jornadas casi imposibles de hasta 120 horas semanales y las aplica en muchas de sus empresas. Ese contraste entre el presente brutal y el mañana “idílico” subraya que la transición no va a ser suave, y Hinton insiste precisamente en ese periodo intermedio que nadie parece querer mirar de frente.

Cuando baja al terreno práctico, Hinton menciona a los trabajadores de centros de llamadas. Los describe como personas mal pagadas y con poca formación a las que muchos negocios ven casi como un coste inevitable. Según él, la inteligencia artificial ya puede hacer buena parte de ese trabajo mejor y con un coste muy inferior, lo que crea un incentivo fortísimo para sustituirlos cuanto antes.

Lo que se ve hoy en esos call centers puede extenderse a sectores cada vez más amplios. Dario Amodei, CEO de Anthropic, otra empresa puntera del sector, ha advertido que la inteligencia artificial podría destruir la mitad de los empleos administrativos de nivel básico en unos pocos años. Es decir, no hablamos solo de tareas repetitivas muy simples, sino de puestos de oficina que hasta hace poco parecían relativamente seguros.

La inteligencia artificial aún falla en muchas cosas, y Hinton lo subraya para evitar que su mensaje se use como arma exagerada. Insiste en que estamos ante una tecnología nueva, que comete errores llamativos y a veces absurdos. También remarca que esa misma tecnología mejora muy rápido y de forma exponencial, y que lo que hoy parece limitado mañana puede quedar viejo en cuestión de meses.

Por eso sitúa su alerta en el medio y largo plazo. No cree que el desempleo masivo vaya a dispararse “mañana por la mañana”, pero sí que vamos en esa dirección. La visión que comparte es la de un mundo donde gran parte del trabajo humano se vuelve obsoleto o, como mínimo, prescindible. Y ahí encaja la frase que late en el fondo de toda su intervención: podríamos tener más tiempo libre, sí, pero porque no habrá empleo para todos.

Este futuro del trabajo dominado por la inteligencia artificial plantea, según Hinton, dos grandes problemas muy claros. Por un lado, la pérdida de ingresos para millones de personas, que se quedarían sin salario estable ni alternativas laborales suficientes. Por otro, el trastorno social que se derivaría de ese escenario, con tensiones políticas, malestar general y un riesgo elevado de conflictos.

La inversión en inteligencia artificial está ligada al futuro del empleo humano

Un elemento clave de su análisis es el dinero que ya se está moviendo. Grandes empresas tecnológicas están invirtiendo billones en centros de datos, chips avanzados y sistemas de inteligencia artificial cada vez más potentes. Hinton sostiene que una de las principales vías para recuperar esas cantidades será vender sistemas que hagan el trabajo de los empleados por muchísimo menos coste.

Eso significa que no solo se asume la sustitución de trabajadores como algo posible, sino que se convierte en el plan de negocio central. Si una empresa puede recortar miles de puestos y comprar un servicio de inteligencia artificial que haga lo mismo por una fracción del coste, la presión competitiva empuja a seguir ese camino. Lo que no está resuelto es qué pasa con toda esa gente que se queda fuera.

Bernie Sanders lo resumió con una frase directa durante el encuentro: “Estos magnates de la tecnología no son tontos. Si invierten cientos de miles de millones en inteligencia artificial es porque esperan ganar más dinero”. Su preocupación no es solo económica, sino también política y social, ya que ese dinero compra un poder enorme en muy pocas manos.

Sanders recalcó que el control de herramientas de inteligencia artificial tan poderosas por parte de unos pocos actores privados tiene implicaciones profundas para la sociedad y el mundo. Si ese pequeño grupo decide el ritmo de automatización, los tipos de empleos que desaparecen y las condiciones en las que se producen esos cambios, el margen de decisión del resto de la población se reduce drásticamente.

En esa línea, el senador insistió en la necesidad de pensar en el impacto social y político de concentrar tanto poder tecnológico y económico. No se trata solo de cuántos empleos se pierden, sino de quién decide ese proceso y con qué reglas. Para Sanders, y en buena medida también para Hinton, la inteligencia artificial está redefiniendo la relación entre ciudadanos, empresas y gobiernos.

Qué puede esperar la gente trabajadora del avance de la inteligencia artificial en los próximos años

Hinton y Sanders coinciden en que, a corto plazo, seguiremos viendo una inteligencia artificial que combina logros impresionantes con fallos llamativos. Verás sistemas capaces de escribir informes enteros, generar código o atender clientes en línea, y al mismo tiempo cometer errores básicos que obligan a mantener supervisión humana. Esa mezcla hace que muchas empresas prueben la tecnología, pero aún no la apliquen al máximo.

Con todo, si la mejora tecnológica mantiene el ritmo actual, lo razonable es que en la próxima década la inteligencia artificial asuma cada vez más tareas rutinarias, desde la atención al cliente hasta parte de la gestión administrativa, pasando por análisis de datos y soporte interno. En muchos casos no eliminará puestos de golpe, pero sí reducirá la necesidad de contratar tanta gente nueva.

Hinton sugiere vigilar algunas señales claras: cuando veas que tu empresa empieza a hablar de “optimizar procesos” con sistemas de inteligencia artificial, o que se anuncian recortes de personal al mismo tiempo que se anuncian nuevas inversiones en modelos de IA, es posible que estemos entrando en esa fase en la que la tecnología ya se considera suficientemente fiable para reemplazar trabajo humano a gran escala.

En medio de este escenario, la idea de que en el futuro trabajarás menos horas y tendrás más tiempo libre puede sonar atractiva. Lo que diferencia la visión de Hinton de la narrativa más cómoda de Musk o Gates es la pregunta que él nunca deja de hacer: ¿menos horas para quién y pagadas por quién? Sin una red clara que garantice ingresos y participación social, el riesgo es terminar con una inteligencia artificial muy capaz, pocas personas decidiendo y demasiada gente mirando desde fuera del sistema.