Si Eliges Estudiar una Carrera en 2026, la IA Avisa que Derecho o ADE puede Ser un Error

¿Alguna vez te sentaste frente a un formulario de inscripción y elegiste una carrera “segura” como quien elige un enchufe conocido en una casa nueva? Derecho y Administración de Empresas todavía suenan a estabilidad. Sin embargo, el mercado laboral está cambiando el cableado por dentro.

Un hallazgo que incomoda viene de un estudio de Microsoft: muchas tareas típicas de abogados y perfiles de gestión aparecen entre los trabajos más expuestos a la automatización por IA generativa (IA que produce textos y respuestas). Es decir, no se trata de ciencia ficción, sino de una lista concreta de actividades que ya están en la mira del software.

Por su parte, las predicciones que se apoyan en sistemas de inteligencia artificial advierten que la transformación no será “algún día”. Ya está ocurriendo en despachos y empresas que reducen contrataciones junior porque parte del trabajo de entrada ahora la hace una herramienta. La puerta de acceso, esa primera experiencia, empieza a achicarse.

“La IA no reemplaza una profesión completa de un día para el otro, pero sí puede automatizar piezas clave del trabajo”, señalan analistas del ecosistema tecnológico al describir el cambio de engranajes en tareas de oficina.

Sin embargo, la clave no es imaginar un robot con toga. Es entender el mecanismo: estas carreras viven del procesamiento de información. Y hoy la IA es, sobre todo, una máquina para leer, ordenar y escribir información a escala.

No obstante, hay una forma doméstica de verlo. Pensemos en una casa con una central eléctrica. Durante años, Derecho y Administración fueron como una habitación donde todo se hacía a mano: prender luces una por una, revisar cables, llevar un cuaderno con el consumo. Ahora llegó una central inteligente con sensores e interruptores automáticos que prenden, apagan y optimizan sin pedir permiso.

En otras palabras, la IA se convirtió en ese tablero que hace el trabajo repetitivo en segundos. El tecnicismo “IA generativa” (software que redacta y sintetiza) funciona como un empleado incansable para borradores, resúmenes y búsqueda de patrones. Y el “análisis de datos” (mirar métricas y tendencias) opera como un medidor digital que no se cansa de comparar números.

En el ámbito del Derecho, la revisión de contratos ya se realiza con plataformas especializadas basadas en IA. También avanza la elaboración de documentos jurídicos y la investigación de jurisprudencia, tareas que antes ocupaban muchas horas de asistentes y juniors. La pieza clave es la velocidad: los algoritmos procesan grandes volúmenes de texto más rápido que una persona y con menos distracciones.

Por su parte, en Administración de Empresas la automatización entra por la puerta del back office. La gestión de datos, el armado de reportes y parte de la toma de decisiones basada en métricas ya se apoya en herramientas que recomiendan acciones. En recursos humanos, por ejemplo, se usan sistemas que filtran currículums y organizan nóminas; en finanzas, software que agrega información y sugiere escenarios.

¿Qué trabajos quedan menos “enchufados” a la automatización?

El mismo informe de Microsoft también revela un contraste: hay ocupaciones menos vulnerables porque exigen intervención física directa y adaptación a condiciones cambiantes. Ahí aparecen operadores de plantas y sistemas de tratamiento de agua, fabricantes de moldes y núcleos de fundición, u operadores de máquinas de tendido y mantenimiento de vías férreas.

Es decir, cuando el trabajo depende de materiales, entorno y manos, el algoritmo tiene más dificultad para reemplazar el criterio en tiempo real. La IA puede planificar, pero no siempre puede “ajustar una válvula” en un sitio complicado, con ruido, clima y urgencias.

Sin embargo, esto no significa que estudiar Derecho o Administración sea una sentencia. La oportunidad está en leer el mapa: si la carrera se apoya solo en tareas rutinarias, el riesgo sube; si se orienta a estrategia, negociación, criterio, ética, relación con clientes y comprensión profunda del contexto, la automatización se vuelve una herramienta y no un reemplazo.

No obstante, para 2026 el consejo práctico es simple: elegir no solo por tradición, sino por mecanismo. Donde haya mucho “copiar, pegar, revisar y reportar”, la IA ya tiene el interruptor en la mano. Y el futuro laboral se parece cada vez más a una casa bien cableada: gana quien aprende a leer el tablero, no quien solo prende la misma luz de siempre.