Lo que iba a ser un chiste con inteligencia artificial casi termina en tragedia para Rivaldios. El tiktoker, popular en España y Latinoamérica, estuvo a punto de perder un ojo después de pedir ayuda a ChatGPT en lugar de ir al médico. La historia se hizo viral y dejó una pregunta en el aire: ¿hasta dónde tiene sentido fiarse de una IA cuando tu salud está en juego?
Todo empezó cuando Rivaldios notó un problema en uno de sus ojos. En lugar de acudir a urgencias o pedir cita con un especialista, decidió hacer lo que mucha gente hace ya por costumbre: abrir ChatGPT y pedir una respuesta rápida. Lo que no esperaba es que esa consulta, que parecía inocente y casi de broma, iba a complicar todavía más su situación.
Según explicó él mismo en sus redes sociales, la inteligencia artificial le sugirió un remedio casero tan extraño como peligroso: aplicarse perejil directamente en el ojo. La idea suena absurda cuando la piensas con calma, pero en ese momento Rivaldios confió en la máquina y probó el supuesto truco, confiando en que la tecnología sabría lo que hacía.
El resultado fue el contrario de lo que esperaba. En vez de notar alivio, el estado de su ojo empeoró de forma clara y empezó a preocuparse de verdad. Lo que parecía una molestia puntual se convirtió en un problema serio que, ahora sí, le obligó a hacer lo que tenía que haber hecho desde el principio: acudir a un profesional de la salud de carne y hueso.
Cuando por fin llegó al médico, el diagnóstico fue un auténtico aviso. El especialista le ordenó reposo absoluto durante doce días completos para reducir el riesgo de perder el ojo. Esa frase, “riesgo de perder el ojo”, fue la que transformó una anécdota con ChatGPT en un incidente grave que encendió todas las alarmas entre sus seguidores.
La orden de reposo no afectaba solo a su día a día. Rivaldios tenía marcada en el calendario su participación en el llamado “partidazo de youtubers”, un evento deportivo seguido por miles de personas en plataformas como TikTok y YouTube. De repente, su presencia en el partido quedó en duda y se encendió la conversación en redes sobre si iba a presentarse o no al encuentro.
Muchos usuarios empezaron a comentar el caso, y el mensaje se repetía una y otra vez: las inteligencias artificiales no son médicos y no pueden sustituir a la atención sanitaria profesional. En los comentarios se mezclaban bromas y preocupación real, pero el fondo era el mismo. La gente veía con claridad que el uso de ChatGPT para temas de salud tenía un límite muy claro que Rivaldios acababa de cruzar.
El propio creador de contenido tuvo que aclarar algo más. Ante los rumores, explicó que su ausencia temporal de entrenamientos y actos públicos no tenía nada que ver con el miedo a enfrentarse a Pereira u otros participantes del evento. No era una estrategia para evitar el “partidazo de youtubers”. Era, literalmente, un contratiempo médico que amenazaba su ojo y su presencia en el partido.
Quiso mantener su personaje y su rivalidad deportiva. En sus mensajes, dejó claro que el problema ocular no apagaba sus ganas de competir. Seguía mostrando esa actitud provocadora que le ha hecho conocido y apuntando directamente a los participantes españoles, alimentando la narrativa de enfrentamiento que tanto gusta a su audiencia, incluso mientras hablaba de su propia salud.
Con todo, faltaba saber si podría o no saltar al campo. Rivaldios contó que, tras seguir un tratamiento médico adecuado, su recuperación empezó a ir mejor. Según sus propias palabras, calculaba que tenía un 80 % de probabilidades de poder jugar el partido una vez terminados los días de reposo y supervisado por los médicos. Esa cifra, concreta y optimista, ayudó a calmar a parte de sus seguidores.
Esta vez, el giro positivo no vino de la inteligencia artificial, sino del tratamiento prescrito por un profesional. Esa diferencia es clave. Mientras ChatGPT generó una respuesta sin criterio clínico, el médico evaluó su caso real, valoró el daño ocular y diseñó un plan para proteger el ojo y acelerar la recuperación. Dos enfoques muy distintos que, en este caso, separaron el susto de una posible tragedia.
Historias como esta se verifican a partir de lo que el propio creador cuenta en sus directos y publicaciones, y de los fragmentos de vídeo que circulan por redes. En este caso, las declaraciones del tiktoker se repitieron en varios clips y fueron recogidas por distintos creadores y medios, lo que permitió reconstruir el orden de los hechos y el tipo de “recomendación” que generó ChatGPT. Como resumía un comentarista en uno de esos vídeos, “la IA escribe muy bien, pero tu médico sigue siendo el único que puede mirarte el ojo de verdad”.
Un médico te hace preguntas específicas, comprueba signos físicos, interpreta análisis y decide si necesitas pruebas adicionales. ChatGPT, en cambio, solo responde a lo que tú escribes. Si te olvidas de un detalle importante, o explicas mal el síntoma, la IA construye una respuesta sobre una base incompleta y puede proponer algo que no encaja con tu caso real.
Mucha gente usa ya la inteligencia artificial como si fuera una especie de “médico de guardia” en el móvil. El incidente de Rivaldios demuestra que ese atajo puede salir muy caro. Una frase que suena bien en pantalla puede animarte a hacer cosas tan peligrosas como ponerte productos en el ojo o retrasar una visita a urgencias. Y el tiempo perdido, cuando hablamos de visión, corazón o cabeza, puede marcar la diferencia.
El papel de la IA en salud puede ser útil si lo entiendes como lo que realmente es. Puedes usar ChatGPT para preparar dudas que quieras comentar luego con tu médico, para comprender mejor un informe que ya te han dado, o para tener una descripción general de una enfermedad conocida. Lo que no tiene sentido es que conviertas esa herramienta en tu primera y única fuente de diagnóstico cuando sientes dolor, sangras o dejas de ver bien.
Si alguna vez te ves tentado de hacer lo mismo que hizo Rivaldios, hay tres ideas que conviene tener claras:
La historia del tiktoker también enseña hasta qué punto la inteligencia artificial se ha colado en la vida diaria. Hoy se pregunta a una IA qué serie ver, cómo responder a un correo complicado o qué rutinas de gimnasio seguir. El salto a “qué hago si me duele el ojo” es pequeño, pero la diferencia de riesgo es enorme. La comodidad de tener una respuesta en segundos no compensa cuando pones en juego tu vista o tu salud general.
La tecnología sigue avanzando y cada vez habrá más herramientas de este tipo. Verás más chatbots integrados en móviles, relojes inteligentes y servicios web. Si en los próximos meses empiezas a recibir mensajes muy seguros sobre curas milagrosas o diagnósticos instantáneos basados en dos frases, conviene que te pares un segundo. Si ves que tu malestar empeora, o que un remedio de internet no mejora nada, la señal es clara: deja de preguntar a la pantalla y pide cita con un profesional.
Al final, el caso de Rivaldios queda como un aviso bastante directo. ChatGPT puede ayudarte a escribir guiones, a preparar contenido o a entender noticias complejas, y vas a poder sacarle mucho partido para estudiar o trabajar.
Pero cuando se trata de tu cuerpo, tus ojos o cualquier problema físico, la prioridad debe seguir siendo el criterio humano y los profesionales de la salud. La inteligencia artificial es una herramienta poderosa, sí, pero no es tu médico, y confiarle esa función puede costarte mucho más que un susto en redes sociales.
Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.
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