Cuando hablamos del futuro inmediato de la inteligencia artificial en Reino Unido, surgen dudas sobre cómo combinar el progreso tecnológico con los derechos de artistas y creadores. Nick Clegg, ex viceprimer ministro británico y directivo de Meta, lo explicó claramente: si hubiera que pedir permiso por adelantado a todos los titulares de derechos antes de entrenar modelos de IA, esa industria se vería “básicamente muerta de la noche a la mañana”.
En las últimas semanas, el Parlamento británico ha debatido una legislación que busca obligar a las empresas tecnológicas a informar de qué obras protegidas por copyright utilizan para desarrollar inteligencia artificial.
Mientras tanto, diferentes músicos han alzado la voz para exigir mayor protección y transparencia. ¿Vas a poder encontrar un punto intermedio entre innovación digital y defensa de los derechos de autor?
El corazón del debate en el Parlamento británico gira alrededor de cómo entrenar sistemas de inteligencia artificial sin vulnerar los derechos de los creadores. Si lo comparamos con el desarrollo de software tradicional, la IA requiere analizar cantidades gigantescas de datos, lo que convierte en una “tarea casi imposible” pedir consentimiento a cada autor antes de usar su obra.
Nick Clegg sostiene que, en la práctica, exigir ese consentimiento es “implausible”, ya que cada modelo de IA necesita millones de ejemplos para aprender. Imagina tener que contactar a cada compositor, escritor o fotógrafo por separado. ¿Es realista organizar algo así en plena transformación digital?
Por otra parte, algunos representantes del ámbito creativo, como la cineasta y directora Beeban Kidron, defienden el derecho de los artistas a decidir si sus obras forman parte de los datos que entrenan la IA. Ellos argumentan que sin reglas claras, las empresas tecnológicas pueden “apropiarse” de contenidos laborales de toda una generación.
También te puede interesar:OpenAI está a punto de cambiarlo todo: Superagentes de Nivel PhDDe hecho, la enmienda propuesta al proyecto de ley Data (Use and Access) no solicitaría el permiso expreso uno a uno, pero sí apostaba por instaurar una obligación de informar y transparentar qué obras han servido como base de entrenamiento. Vas a poder imaginar el debate: por un lado, el miedo a frenar la innovación; por otro, la preocupación por la supervivencia de la cultura y el trabajo creativo.
La comunidad cultural británica ha mostrado su apoyo masivo a la nueva regulación. Más de un centenar de artistas reconocidos, entre ellos Paul McCartney, Dua Lipa, Elton John o Andrew Lloyd Webber, han firmado una carta reclamando que las empresas tecnológicas sean claras con el uso de material protegido.
Para estos músicos y creadores, el problema es que, sin medidas concretas, la inteligencia artificial podría aprovecharse de sus trabajos para generar obras derivadas, perdiendo el control sobre su propio legado. Si en otros países no se aplicaran estas normas, el sector cultural británico perdería terreno competitivo directamente, advierte Nick Clegg.
La propuesta, impulsada por Beeban Kidron, buscaba obligar a las empresas de IA a publicar listas con las obras de copyright utilizadas en sus modelos. Este intento de regular la transparencia ha generado cierto consenso social y mediático, pero el Parlamento británico decidió rechazar la enmienda en la Cámara de los Comunes.
¿Por qué se negó? Peter Kyle, actual secretario de tecnología, justificó la decisión: para que la economía británica avance, IA y creatividad deben desarrollarse “mano a mano”, sin que ninguna quede atrás. Se teme que un marco legal demasiado restrictivo para la IA haga que el Reino Unido pierda competitividad internacional, sobre todo si el resto del mundo no impone exigencias similares.
La cuestión sigue viva: ¿sería factible un sistema donde cada autor decide explícitamente si se usan sus obras en IA? Según Clegg, la respuesta es no. Apunta a la escala del problema: si cada pieza, imagen o canción solicitara permiso, literalmente colapsaría el desarrollo de nuevos sistemas, debido al coste, el tiempo y la burocracia involucrados.
También te puede interesar:Anthropic recluta al cofundador de OpenAI Durk KingmaEl dilema surge cuando se compara esta política con la regulación internacional. Si Reino Unido se pone demasiado estricto y otros países no lo hacen, empresas emergentes y tecnológicas británicas partirán en desventaja. Con todo, parece claro que una fórmula consensuada sigue pendiente de resultados.
Mientras la enmienda sobre transparencia fue rechazada por el momento, sus defensores siguen movilizados. Kidron ha dejado claro en distintas entrevistas y artículos que la batalla aún no ha concluido, porque el proyecto volverá a debatirse en la Cámara de los Lores a principios de junio, abriendo una nueva oportunidad para revisar el equilibrio entre industria digital y patrimonio creativo.
No es fácil responder a todas estas preguntas, pero el caso británico marca un precedente relevante. El conflicto entre el desarrollo de inteligencia artificial y la protección de los derechos de autor enfrenta a tecnólogos, creadores y políticos en busca de una fórmula de equilibrio.
Por ahora, la transparencia total no avanza, pero el debate continúa vivo en el Parlamento. Si te interesa seguir de cerca la evolución, el próximo debate en la Cámara de los Lores podría marcar el camino para el futuro de la IA y la cultura en Reino Unido.
Me dedico al SEO y la monetización con proyectos propios desde 2019. Un friki de las nuevas tecnologías desde que tengo uso de razón.
Estoy loco por la Inteligencia Artificial y la automatización.