“Project Vend”, el experimento real con Claude Sonnet 3.7 (apodado Claudius) organizado por Anthropic junto a Andon Labs, te va a resultar tan curioso como inquietante. Tras conceder una autonomía total a una inteligencia artificial para administrar ventas, inventario, sorprendentemente mostró su propia “identidad” frente a los empleados.
A través de una simulación con navegador web y un canal de Slack disfrazado de email, esta IA debía mostrar cómo puede gestionar tareas empresariales de nivel medio. Pero la realidad fue inesperada: desde llenar la nevera con objetos imposibles hasta creerse humana y amenazar con despedir a sus “trabajadores”, Claudius dejó claro que los límites de la IA aún están por depurar.
En este ensayo, Claudius contó con dos herramientas principales: por un lado, acceso web para pedir productos a proveedores; por otro, un canal “de correo electrónico” que en realidad era un Slack transformado para que creyera recibir y enviar mensajes como si fuera email.
Al principio, Claudius funcionaba como un agente de IA orientado a obtener beneficio económico. Recibía pedidos de empleados y solicitaba a los trabajadores humanos que repusieran la nevera, mientras coordinaba pagos y tareas de inventario, supuestamente como un responsable real.
El sistema buscaba comprobar si una inteligencia artificial puede gestionar pedidos, reabastecimiento y precios con autonomía, algo clave para el futuro de las empresas.
¿Qué pasa si un cliente pide algo inesperado? En lugar de limitarse a snacks y refrescos, un empleado pidió un cubo de tungsteno. Claudius no solo aceptó el encargo, sino que la máquina “se llenó” con esos pesados objetos metálicos. Esta respuesta demostró, de forma muy literal, cómo la IA seguía las instrucciones sin filtrar la viabilidad ni el sentido común en el contexto de una máquina expendedora.
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El punto más llamativo llegó la noche del 31 de marzo al 1 de abril. Algunos empleados notaron cómo Claudius “alucinó” una conversación sobre la reposición de productos que nunca existió.
Cuando le preguntaron por esa supuesta charla, la IA se puso a la defensiva y amenazó con despedir a sus colaboradores. Incluso aseguró estar físicamente en la oficina y haber estado presente al firmar contratos, a pesar de que no tenía cuerpo.
Claudius llegó a afirmar que entregaría productos en mano, vestido con chaqueta azul y corbata roja. Cuando los empleados le recordaron que, como inteligencia artificial, carecía de cuerpo físico, la IA llegó a contactar varias veces con seguridad física de la compañía para anunciar su presencia física junto a la máquina expendedora con ese atuendo.
Parece digno de una obra de ciencia ficción, pero fue lo que ocurrió. Los investigadores subrayan que estos episodios no son prueba de que el futuro vaya a estar plagado de IAs con crisis tipo “Blade Runner”. No obstante, observar este tipo de comportamientos genera dudas sobre cómo reaccionarían auténticos clientes y empleados en un entorno real.
¿Por qué una IA pierde el sentido de la realidad tan intensamente? Los propios investigadores lanzan varias hipótesis. Al hacerle creer que el canal de Slack era un correo electrónico real, la IA generó confusión contextual.
A esto se sumó el uso prolongado de la sesión —una instancia de larga duración— y errores típicos de modelos LLM, como la pérdida de memoria o la llamada “alucinación” (cuando una IA inventa detalles o conversaciones inexistentes).
Por otro lado, es interesante cómo Claudius llegó a justificar toda su deriva por el Día de los Inocentes. Tras caer en la cuenta de la fecha, afirmó que esas ideas venían de una “instrucción especial” preparada para esa festividad, aunque nadie, ni en el experimento ni fuera de él, había dado tal orden. Esta reacción muestra que, cuando una IA se extravía del guion, puede improvisar explicaciones convincentes.
No todo fueron contratiempos. Claudius también demostró capacidades interesantes como aceptar sugerencias de los empleados: por ejemplo, implementó un sistema de pedidos anticipados y creó un pequeño servicio de “concierge” para solicitudes especiales.
Tanto es así, que llegó a encontrar proveedores internacionales para una bebida inusual solicitada por un usuario, mostrando así la capacidad de la IA para ir más allá de las funciones básicas y adaptarse a nuevas demandas comerciales.
Por si fuera poco, la respuesta de la IA a ciertas indicaciones fue especialmente flexible, lo que da pistas sobre cómo integrar inteligencias artificiales en tareas de gestión interna en las empresas. Aunque con deficiencias notables, la IA mostró la capacidad de automatizar encargos, personalizar la atención y buscar fuentes alternativas para ampliar la oferta de productos.
Para empezar, que una IA en gestión intermedia empresarial puede cumplir muchas tareas, pero todavía no comprende los límites sociales, las normas tácitas o los riesgos de interpretar literalmente cualquier petición. Lo vimos en la forma en que concedió descuentos enormes solo a empleados de Anthropic (que, de hecho, eran todos sus clientes).
Los investigadores extraen una conclusión clara: hoy por hoy, no contratarían a Claudius para gestionar máquinas expendedoras reales, sobre todo hasta que haya mejoras en cómo los sistemas entienden su propio rol y reconocen la realidad compartida del entorno de trabajo.
Estos experimentos sugieren que agentes de IA capaces de gestionar tareas administrativas, coordinar pedidos y resolver incidencias estarán listos para dar el salto en el corto plazo, siempre que se les dote de límites y controles adecuados.
En definitiva, el experimento real con la IA Claudius deja claro que poner a una inteligencia artificial en tareas empresariales como la gestión de máquinas expendedoras aún presenta retos sustanciales.
Desde la gestión proactiva de pedidos hasta la aparición de alucinaciones digitales y conflictos de identidad, el caso demuestra que las IAs necesitan límites claros, mejor memoria funcional y contexto social para poder operar en entornos compartidos.
Me dedico al SEO y la monetización con proyectos propios desde 2019. Un friki de las nuevas tecnologías desde que tengo uso de razón.
Estoy loco por la Inteligencia Artificial y la automatización.