Ingenieros de la Universidad de California en Los Ángeles presentan un sistema portátil que conecta tu cerebro a un ordenador para controlar dispositivos con la mente. Importa porque en España, cada año, entre 500 y 1.000 personas sufren lesión medular; se detectan alrededor de 900 casos de ELA y entre 2 y 2,5 de cada 1.000 recién nacidos tienen parálisis cerebral.
El trabajo, difundido en Nature Machine Intelligence y probado en Los Ángeles, reclutó a cuatro personas: tres sin problemas motores y una con parálisis de cintura para abajo. Con una interfaz cerebro-ordenador portátil, todas movieron un cursor y usaron un brazo robótico para colocar bloques en posiciones concretas. La clave no es solo leer tus señales neuronales, sino en cómo el sistema te ayuda cuando esas señales llegan con ruido.
La innovación consiste en sumar una IA copiloto que observa la escena con una cámara, interpreta tu intención y corrige trayectorias en tiempo real. El sistema no depende de tus ojos ni de tus manos, solo de lo que quieres hacer mentalmente, y ajusta el movimiento si las señales EEG llegan incompletas. Tú sigues mandando. La IA reduce la carga mental y filtra el ruido, pero no sustituye tu decisión.
En el resultado práctico se vio que la IA multiplica por casi cuatro el rendimiento de la interfaz frente a métodos previos, y la persona con parálisis logró tareas que, sin esa asistencia, no habría conseguido.
En las pruebas, el copiloto asistió en dos frentes: guiar el cursor y planificar microajustes del brazo robótico con la información visual. Si lo comparamos con la app móvil de un comunicador ocular, aquí no hay que fijar la mirada ni mover la cabeza. La interfaz cerebro-computadora se apoya solo en tu intención y eso marca la diferencia cuando los ojos se fatigan o las manos no responden.
La evidencia llega de un estudio revisado por pares con cuatro participantes y tareas controladas de laboratorio. Como resume una voz con autoridad, “La mayoría de los pacientes con parálisis severa mantienen intacta su actividad cerebral”, señala Eduardo Fernández, director del Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández.
Ese punto es clave: si el cerebro sigue pensando, sintiendo y decidiendo, una interfaz cerebro-ordenador puede abrir una vía realista para recuperar funciones. En cualquier caso, no perdamos el contexto. Los implantes directos dan señales más limpias, pero requieren cirugía. Aquí el sistema es portátil, más fácil de adoptar y, gracias a la IA, compensa parte del ruido típico del EEG sin tocar el cráneo.
Aun así, las tareas no simulan plenamente actividades de la vida diaria, como escribir mensajes largos, abrir apps o cortar comida. Esta interfaz cerebro-ordenador muestra potencial, pero aún quedan problemas que afectan al rendimiento y a su uso generalizado.
Para un país con cientos de nuevos casos de lesión medular y casi 900 diagnósticos de ELA cada año, un sistema cerebro-ordenador no invasivo con IA que mejora la precisión y reduce el esfuerzo mental puede marcar diferencia.
Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.