Sam Altman avisa de un cambio que te toca de cerca: la inteligencia artificial avanza tan rápido que algunos empleos cotidianos serán los primeros en sentirlo. Lo dijo en sus últimas declaraciones como CEO de OpenAI, y el impacto no es menor si llamas a un call center o si trabajas en soporte técnico.
Altman sostiene que la inteligencia artificial ya rinde mejor que muchas personas en tareas de ayuda por teléfono o por chat. Traducido a tu día a día, los puestos de soporte al cliente telefónico y de mesa de ayuda informática están primero en la lista. Él anticipa un “desplazamiento masivo”, aunque matiza que el mercado laboral tiende a absorber los cambios por etapas y no de un golpe.
La otra cara importa igual. Según Altman, es posible producir más y mejor con la inteligencia artificial. Lo notas si programas: hoy los desarrolladores generan bastante más código con asistentes de IA y ganan tiempo para tareas complejas y revisión.
Habla de una gran subida de nivel para mil millones de personas en productividad, creatividad y descubrimiento científico. Para dimensionar el alcance, OpenAI comunicó 100 millones de usuarios semanales en noviembre de 2023.
El punto sensible está en la ética. Cada ajuste en el comportamiento de un modelo afecta a cientos de millones de usuarios cada día. Altman explica que el objetivo no es su opinión personal, sino que la inteligencia artificial refleje la visión moral colectiva. «La IA debe reflejar la visión moral colectiva, no la mía.» Dice también que lograrlo es extremadamente complejo por la diversidad de perspectivas.
Para Altman, hablaremos mucho más con sistemas inteligentes y menos con agentes humanos en soporte. Por eso propone crear un “privilegio de IA”: una protección legal para conversaciones sensibles con la inteligencia artificial, similar a la confidencialidad entre médico y paciente o con tu abogado. Con la hiperconectividad que viene, ese resguardo de privacidad no es un plus, es un requisito.
También te puede interesar:Los nuevos modelos de OpenAI podrían costar hasta $2000También hay miedos que no se pueden obviar. Altman cita las “incógnitas desconocidas”: la posibilidad de que la inteligencia artificial facilite el diseño de armas biológicas o nuevos patógenos, un riesgo existencial que otros expertos comparten. A esto se suma la generación de imágenes, voces y textos casi indistinguibles de lo real, lo que complica separar verdad y ficción en Internet y en tu móvil.
Para combatirlo, sugiere verificación fuerte. Piensa en firmas criptográficas para mensajes críticos, como comunicados oficiales, y en “palabras clave” familiares que te ayuden a evitar estafas por voz o mensajería. Si recibes un audio “del jefe” pidiendo una transferencia, la inteligencia artificial puede haberlo creado. Un código privado acordado de antemano rompe muchas estafas antes de empezar.
El contexto muestra que la sociedad se adapta. Altman recuerda cómo nos organizamos durante la pandemia de COVID-19 para sostener servicios esenciales. Con todo, el próximo salto puede sentirse primero en call centers y soportes informáticos.
Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.