Cuando quien ayudó a crear DeepMind te dice que la Inteligencia Artificial abre la puerta a una sociedad distópica, conviene escuchar. Mustafa Suleyman, cofundador junto a Demis Hassabis y hoy CEO de Microsoft AI, lleva meses subiendo el tono. La cuestión no es si habrá riesgos, sino qué forma tomarán y cuándo.
Suleyman sostiene que la Inteligencia Artificial ya no es solo una herramienta útil, sino un sistema capaz de perseguir casi cualquier objetivo. Eso incluye a criminales, que podrían apoyarse en modelos avanzados para estafar, diseñar malware o escalar campañas de desinformación.
Su advertencia más cruda te interpela directamente: afirma que la IA acabará sustituyendo a todos los trabajadores humanos, primero en tareas repetitivas y, más tarde, en funciones complejas.
Su autoridad no viene de una intuición, sino de un historial concreto. DeepMind, adquirida por Google en 2014, desarrolló AlphaGo, el sistema de IA que derrotó al campeón mundial de Go con un 4-1 en 2016. Ese marcador, fechado y público, cambió la conversación.
Desde entonces, Suleyman enlaza el avance de la Inteligencia Artificial con un riesgo social: en su libro ‘La ola que viene: Tecnología, poder y el gran dilema del siglo XXI’ describe la distopía como una sociedad indeseable y catastrófica, una imagen que gana peso en el debate público.
El giro está en el cómo. Para evitar pandemias o una “IA rebelde”, él ve una tendencia a centralizar el poder y vigilar cada aspecto de la vida. Es decir, más control, más cámaras y más orquestación digital. Eso, afirma, abre de par en par la puerta a una distopía.
También te puede interesar:“Un Abogado Dejará de Ser Necesario”: la Frase de José Elías que Enciende el Debate sobre IAEsa deriva tiene nombre propio. Suleyman acuña “AI-tocracia”: un régimen auto-reforzado que vive de la recogida continua de datos y la coacción, impulsado por los incentivos y las herramientas de la Inteligencia Artificial. En Occidente, reconoce, las propuestas de control total siguen siendo marginales, pero calcula que irán ganando fuerza. Y en estados autoritarios, dice, la tecno-distopía encaja mejor, con un golpe directo a la libertad y la privacidad.
Vas a poder entenderla como un bucle que se alimenta solo: más datos llevan a modelos más capaces, que a su vez justifican más vigilancia para “protegerte”. En tu día a día, eso significaría trabajos automatizados, trámites hipercontrolados y decisiones algorítmicas que apenas podrías cuestionar.
Él no invita a rendirse, sino a actuar: parar el avance desenfrenado de la Inteligencia Artificial y regular cada fase, desde el entrenamiento hasta el despliegue.
¿De dónde sale todo esto? Las tesis se apoyan en su libro y en su trayectoria técnica en DeepMind y Microsoft AI. El hito de AlphaGo está documentado con un resultado 4-1 en 2016, y la compra de DeepMind por Google se cerró en 2014. Con ese bagaje, su mensaje pretende ser más diagnóstico que alarma gratuita, aunque el tono sea severo.
En paralelo, él recuerda que la Inteligencia Artificial puede servir para fines criminales con una barrera de entrada mínima. Desde generación de código malicioso a diseño de patrones de ingeniería social, el catálogo crece. Su propuesta no es prohibir por prohibir, sino establecer controles explícitos y verificables sobre todos los aspectos de esta tecnología, con responsabilidades claras y auditorías reales.
Te quedas con dos ideas prácticas. Primera, la Inteligencia Artificial acelera como ninguna otra ola tecnológica y puede desbordar controles débiles. Segunda, si no se ordena su desarrollo, la respuesta puede ser un control total que no quieres normalizar. Hay margen: regulación inteligente, transparencia y límites técnicos pueden evitar que “la puerta a una sociedad distópica se abra de par en par”.
Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.