Tu móvil te resuelve el día y te lo complica a la vez. Ese doble filo ahora crece con la inteligencia artificial, y aquí entra en escena Yuval Noah Harari: en septiembre avisó de que hemos creado “algo” que puede quitarnos poder.
El historiador y filósofo israelí, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén y autor de “Sapiens” y “Homo Deus”, presentó en España su libro “Nexus” en septiembre de y pasó por The Daily Show ese mismo mes. Allí defendió que la inteligencia artificial ya no es una herramienta pasiva, sino un agente capaz de decidir e idear sin supervisión. La comparación con tecnologías anteriores es clave, pero aún falta la pieza práctica.
Los smartphones funcionan como “oficinas de bolsillo”. Puedes leer documentos, responder al equipo y mandar un informe desde el tren. Ese uso constante trae distracción, dependencia y peor concentración. Con la inteligencia artificial pasa algo parecido: dispara tu productividad, pero también puede empujarte a una dinámica de respuestas automáticas y decisiones opacas que te dejan sin margen.
Desde finales de 2022, ChatGPT ha convertido la inteligencia artificial en algo cotidiano. Según OpenAI, unas 700 millones de personas la usan cada semana. Con ChatGPT y rivales como Claude, Gemini, Copilot o Grok vas a poder preguntar dudas, redactar textos, programar, traducir, proponer idiomas, generar imágenes, analizar datos y obtener contexto en minutos. Suena imbatible, y en parte lo es.
Con todo, esa multifuncionalidad empuja a muchas empresas a integrar la inteligencia artificial con un argumento de productividad. En el fondo, suele ser una vía para recortar costes y reducir personal. Harari lo repite desde hace años: uno de los riesgos centrales es la sustitución de trabajadores humanos. El impacto no es inevitable si se ponen reglas claras y se prioriza el bien común.
El matiz duro llega con el “agente autónomo”. Harari recordó que una imprenta copia libros, aunque no los inventa, y una bomba destruye ciudades, sin elegir cuáles. La inteligencia artificial sí puede decidir.
También te puede interesar:El Impacto de la Inteligencia Artificial en el Trabajo de Creadores DigitalesY mientras debatimos, ya se integra en silencio en instituciones clave: sistemas bancarios que otorgan créditos, algoritmos de selección de personal, admisiones universitarias y herramientas públicas para repartir recursos. Aquí surge la gran pregunta: ¿quién responde cuando un modelo se equivoca contigo?
Si un algoritmo decide tu préstamo, tu candidatura o tu plaza, tus oportunidades dependen de variables que no ves. El problema no es solo técnico. Harari alerta de que, pese a tener la tecnología de información más avanzada de la historia, estamos perdiendo la capacidad de escucharnos y dialogar.
La inteligencia artificial puede reforzar esa tendencia si asumimos su salida como “la verdad” y dejamos de contrastar.
Para reequilibrar, Harari propone orientar la inteligencia artificial al desarrollo humano: invertir en instituciones que promuevan información veraz, regular algoritmos con criterios de bien común y recuperar ritmos naturales de actividad y descanso. En tu día a día, esto se traduce en pequeñas decisiones que suman. Conviene marcar límites claros y pedir explicaciones cuando un sistema automatizado te afecte.
El tablero global también cuenta. En Estados Unidos, Google, Microsoft, Meta y OpenAI lideran el desarrollo de inteligencia artificial. China acelera con Alibaba, Tencent, Baidu, ByteDance y Xiaomi para no perder relevancia. Lo que estas compañías decidan sobre diseño, seguridad y despliegue marcará si la tecnología resulta más beneficiosa que dañina para millones de personas.
En los próximos meses, fíjate en cómo se integra la inteligencia artificial en correo, documentos y sistemas internos. Si las funciones pasan a “activadas por defecto”, prepara protocolos internos para revisión humana. Tres pistas prácticas que te ayudan a anticipar cambios son útiles y rápidas.
También te puede interesar:El CEO de Klarna usa un avatar de IA para presentar resultados financierosAl final, tú ganas tiempo con la inteligencia artificial y con tu móvil, pero el coste puede ser atención y autonomía si no pones límites. Harari ve la salida en un pacto simple: tecnología útil, decisiones explicables y espacio real para el descanso. Si ese equilibrio se cumple y las grandes firmas lo asumen de verdad, la balanza puede inclinarse a favor de todos.
Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.