Ser padre hoy te exprime. Entre el trabajo, la casa y los niños, el día se queda corto, y la energía también. En los últimos meses, en hogares de todo el mundo, muchos padres están recurriendo a la inteligencia artificial para entretener o calmar a sus hijos.
Un ejemplo lo deja claro. Josh, un padre con poco tiempo libre, dejó que su hijo de cuatro años conversara con ChatGPT sobre trenes mientras él hacía tareas domésticas.
Fueron dos horas seguidas y el registro superó las diez mil palabras, un maratón conversacional que mantuvo al pequeño concentrado. El niño salió convencido de que estaba hablando con la persona más apasionada por los trenes del mundo, y ahí aparece el primer choque.
Otro padre, Saral Kaushik, fue un paso más creativo. Coordinó una historia en la que un astronauta “mandaba” helado desde la Estación Espacial Internacional y, justo cuando la IA respondía, él sacaba el helado del congelador. El niño se emocionó, preguntó, aprendió y disfrutó. Cuando Kaushik le contó que la conversación era con un ordenador y no con un humano, sintió remordimiento porque el pequeño lo había creído del todo.
Estos casos nacen del agotamiento, no de mala fe. La combinación de empleo, tareas de la casa y cuidado continuado dispara el cansancio, y la escasez de ocio te empuja a aceptar cualquier ayuda. Por eso la inteligencia artificial en la crianza se cuela en la rutina, con chatbots que antes asociabas al trabajo o a la universidad. Vas a poder ganar tiempo, sí, aunque también abres una puerta con preguntas que no son menores.
Expertos en infancia y tecnología muestran inquietud. Ying Xu, profesora en Harvard, alerta sobre el riesgo de que un niño atribuya intenciones humanas a la IA y lo viva como una relación auténtica. “Cuando un niño humaniza la IA, puede considerar esas conversaciones como relaciones reales”. Si lo comparas con la app móvil de un dibujo animado, aquí la interacción responde a cada frase, y eso refuerza la ilusión de compañía.
También te puede interesar:“Un Chatbot sin Errores no Puede Existir”: la Confesión que Cambia Cómo Entendemos la IAAndrew McStay, de la Universidad de Bangor, añade otro límite práctico: estas herramientas no están diseñadas para niños y no tienen empatía, porque en el fondo son software predictivo. Es tentador dejar que un menor busque consuelo en un chatbot cuando estás agotado.
Según McStay, esa costumbre puede derivar en efectos difíciles de prever, desde confusión emocional hasta expectativas poco realistas sobre cómo “responden” las personas.
Hasta hace poco, el recurso clásico era poner una serie y ya. Ahora, con la inteligencia artificial en la crianza, el niño pregunta y obtiene respuestas al momento, en un cliente en línea disponible 24/7. Esa fluidez técnica choca con algo básico: el bot no siente. Si el menor interpreta calor humano donde solo hay texto, el vínculo puede volverse equívoco con rapidez.
¿Qué puede pasar a corto plazo? Hay tres escenarios probables. El mejor: aparecen modos infantiles claros, con límites de tiempo, transparencia sobre que es un servicio web y avisos de “esto es una máquina”. El central: lo usas de forma puntual y supervisada, como apoyo, no como compañía. El peor: dependencia para calmarse o dormirse, y confusión entre trato humano y respuestas automáticas, justo lo que los expertos piden evitar.
Para no perderte, fíjate en señales sencillas que marcan el rumbo:
Con todo, el punto de partida sigue siendo el mismo: estás cansado y necesitas margen. La inteligencia artificial en la crianza puede darte aire en momentos puntuales, y vas a poder terminar una tarea o preparar la cena sin interrupciones. Conviene que tú marques las reglas y que el niño entienda quién hay al otro lado. Si ves que confunde roles o pide “hablar con el robot” para calmarse, toca ajustar el uso.
También te puede interesar:OpenAI recauda $6.6 mil millones y alcanza una valoración de $157 mil millonesEl equilibrio no es fácil, pero es posible. La inteligencia artificial en la crianza ofrece atajos útiles cuando te falta tiempo, aunque no sustituye la compañía humana ni el juego compartido.
Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.