En los próximos diez años, el trabajo de los programadores no se parecerá al de hoy. La expansión de la IA generativa, la automatización y la presión por reducir costes van a mover las piezas del tablero. Ya en 2024, en equipos de España y fuera, herramientas como GitHub Copilot y ChatGPT escriben cada vez más líneas básicas, y no tardan segundos en hacerlo. Nadie está echando el cierre a los perfiles técnicos.

El cambio práctico va de pasar horas tecleando funciones, vas a dedicar más tiempo a supervisar modelos, diseñar arquitecturas y asegurar la calidad y la seguridad. Una parte creciente del código saldrá de algoritmos, y tu trabajo consistirá en revisar, ajustar y validar con criterio humano. Si lo comparamos con la app móvil, es como pasar de “pintar pantallas” a pensar la experiencia entera.
Con todo, el programador deja de ser un perfil aislado y se integra con producto y negocio. Te pedirán entender el problema real del usuario y traducirlo en una solución viable. En ese escenario, el trabajo de los programadores pesa más en la estrategia que en la mecánica del teclado, y marca la dirección de los proyectos, los plazos y el coste total.
La calidad será el centro. Detectarás errores sutiles, evitarás vulnerabilidades y comprobarás que lo generado encaja con las necesidades del servicio web o la versión de escritorio. Tu rol se parece al de un auditor de código de IA: confirmas qué entra en producción, qué se descarta y por qué. La diferencia estará en tu criterio, no en memorizar sintaxis.
La automatización trae riesgos nuevos. Pueden colarse fallos invisibles, puertas traseras y sesgos en millones de líneas creadas al vuelo. Por eso crecerá la demanda de gente experta en ciberseguridad y pruebas. El programador del futuro tendrá que garantizar seguridad, privacidad y equidad, y no solo que “funcione en mi equipo”.
Vas a ver nacer puestos habituales como prompt engineer y arquitecto de IA. Diseñarás instrucciones precisas para modelos de lenguaje, coordinarás sistemas con múltiples API y crearás chatbots que colaboran con tus microservicios. Aquí, el valor está en orquestar sistemas complejos con piezas existentes en vez de construir todo desde cero.
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Esto implica que gestionarás librerías, servicios gestionados y pipelines ya hechos para que rindan juntos. Y aquí llega la trampa: la programación básica será tan barata que apenas contará en la ecuación. El mercado se polariza y quienes no se especialicen serán desplazados hacia tareas automatizables. Quien lidere, integre y resuelva problemas de negocio saldrá reforzado.
Aprender uno o dos lenguajes no bastará. Python o JavaScript pueden pasar a segundo plano según cambien los entornos de IA y las plataformas. Lo crucial será tu capacidad de adaptación a nuevos runtimes, agentes y frameworks. Formación continua, lectura técnica y proyectos reales serán obligatorios si quieres que el trabajo de los programadores siga estando de tu lado.
Hay señales objetivas del salto de capacidad de estos modelos. En 2024, Meta lanzó Llama 3 de 70.000 millones de parámetros, un indicador claro de potencia y contexto para generar y revisar código. Estas proyecciones se apoyan en lanzamientos públicos de 2023–2024 y en la adopción visible en repositorios corporativos, verificada por equipos que ya han incorporado revisiones específicas para código generado por IA. “El código será un medio, no el fin”.
Si miramos atrás, cada ola —del mainframe al cloud— cambió herramientas, no la necesidad de criterio. Esta vez el salto afecta al “pensar” del desarrollo: la IA asiste en diseño, generación y pruebas. Por eso la supervisión humana es la última barrera entre un despliegue correcto y un incidente de seguridad con impacto real.
En los próximos 12–24 meses, la norma europea de IA empezará a aplicarse por fases (2025–2026). Si ves políticas internas nuevas, trazabilidad de prompts y herramientas SAST/DAST con reglas para IA, prepárate para más controles antes de producción. Ese será el termómetro de cuánto cambia el trabajo de los programadores en tu organización.
La programación tradicional entra en retirada, pero tú sigues siendo clave para dar coherencia, seguridad y calidad a lo que genera la IA. El trabajo de los programadores pasa de picar código a dirigir sistemas, auditar resultados y unir tecnología con negocio. La brecha se abrirá rápido: quien se adapte y lidere tendrá sitio, y quien no, quedará atado a tareas que la automatización ya sabe hacer.
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Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.