Si mañana la IA te quitara el móvil del bolsillo, no por prohibición sino porque ya no lo necesitas, ¿qué cambiaría de verdad? En Silicon Valley, OpenAI y el diseñador Jony Ive juegan con esa idea, y Sam Altman habla de un “nuevo paradigma” que podría tardar 15 años en asentarse.
Lo que se plantea no es un apocalipsis laboral ni un susto existencial, sino algo más cotidiano: que la pantalla deje de ser el centro. En esta sociedad sin pantallas, vas a poder hablar con máquinas, objetos y espacios, mediante voz y gestos, con dispositivos discretos, quizá integrados en tu cuerpo. El móvil seguiría encendido, pero ya no mandaría.

La escena recuerda a “Her”, y no es casual. OpenAI e Ive trabajan en prototipos de hardware secreto que apuntan a un dispositivo “antiteléfono”, siempre conectado y con interfaz vocal avanzada. Según documentos legales recientes, no sería un intraauricular como en la película. El guiño sugiere otra forma, menos invasiva y más cercana a lo que ya aceptas llevar.
Las señales empiezan a verse. Cada vez hablas más con asistentes de IA en lugar de escribir mensajes. Muchos usuarios ya usan ChatGPT en iPhone para tareas que antes dejaban a Siri. Y pronto vas a exigir esa experiencia en coches, electrodomésticos y servicios públicos, porque la voz, en los chatbots y agentes, es la aplicación natural y la más rápida.
La historia de las interfaces nos vacuna contra el escepticismo: el smartphone parecía imposible, hasta que fue inevitable. Aquí el calendario es largo, unos 15 años para una adopción generalizada. El cambio no llegará solo. Hace falta un producto real y disruptivo que desplace el hábito de mirar una pantalla cada pocos minutos. Esa es la pieza que falta.
Mientras tanto, grandes tecnológicas empujan en la dirección contraria. Apple, Microsoft, Samsung y Meta añaden más y más displays a la casa, y apuestan por gafas inteligentes. El artículo sostiene que esas gafas no serán universales. Incluso intentos “distintos”, como Rabbit R1, vuelven a la pantalla. La sensación es clara: es un paso intermedio, no el destino.
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La sociedad sin pantallas no elimina las imágenes, las mueve. Vídeo y gráficos se proyectarán en superficies o directamente a tus ojos, sin un panel físico. podrás ver información flotando en la mesa, en el salpicadero o en la pared, y hacerlo sin agachar el cuello ni machacar los pulgares. Menos fricción, más presencia.
Si lo comparamos con la app móvil, la voz gana por latencia mental: piensas, hablas y recibes. En ese marco, un antiteléfono de OpenAI tendría sentido. Los indicios legales apuntan a que no será un audífono invisible, y la mano de Ive sugiere un rediseño de factores de forma existentes, no una ruptura total. La clave será que “en silencio” haga más que tu móvil.

Este panorama se apoya en piezas verificables. Sam Altman ha defendido un nuevo paradigma informático en público, y hay documentación corporativa que menciona trabajo de hardware con Ive. Los datos de percepción social también empujan en esa dirección: en 2023, Pew Research Center: "El 74 % de adolescentes considera las pantallas un mal necesario". El rechazo no es minoritario, es generacional.
El mejor escenario: OpenAI o un rival lanzan un dispositivo vocal “siempre listo” que multiplica tu productividad y reduce tiempo de pantalla en horas reales. El central: conviven móvil y agente de voz, y en 10–15 años, el móvil se vuelve accesorio. El peor: las gafas vuelven a intentarlo y chocan otra vez con la aceptación social, y las pantallas se quedan por inercia.
Señales concretas que te dirán por dónde va la década:
Queda el reto del producto. Sin una pieza deseable que sustituya el gesto de mirar la pantalla, no habrá salto. Cuando veas prototipos públicos de OpenAI e Ive y, a la vez, más gente hablando a su entorno sin tocar el móvil, sabrás que la sociedad sin pantallas ha empezado. Será gradual, pero persistente, como toda revolución de interfaz.
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Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.