Imaginarte una frontera llena de robots humanoides ya no es ciencia ficción. En la ciudad china de Fangchenggang, pegada a Vietnam, esa escena va a ser real dentro de muy poco. Allí se están preparando para que estos humanoides pasen de los laboratorios a un entorno exigente, con viajeros apurados, camiones cargados y controles ajustados al minuto.
En este escenario, los robots humanoides no estarán para hacer demostraciones, sino para trabajar codo con codo con personas en tareas muy concretas. Vas a poder entender qué funciones van a asumir, por qué China ha elegido una frontera para esta prueba tan delicada y qué objetivos industriales se esconden detrás de este despliegue. Todo apunta a una nueva fase en la robotización de servicios públicos.
La primera gran pregunta es obvia: ¿por qué empezar con robots humanoides justo en una frontera tan activa como Fangchenggang? Esta ciudad se asienta en un punto estratégico entre China y Vietnam, con un flujo constante de personas y mercancías, y con normas muy claras sobre seguridad y tiempos de paso. No es un lugar sencillo, y eso es justo lo que interesa al gobierno chino.
Una frontera es un espacio altamente regulado, donde cada minuto cuenta y cualquier fallo se nota al instante. Allí coinciden viajeros nerviosos, camiones con acero o cobre, controles de pasaporte y procesos logísticos muy marcados. Probar robots humanoides en la frontera convierte el paso fronterizo en una especie de “prueba de estrés” controlada: si los sistemas funcionan bien en este entorno tan tenso, será más fácil defender su uso en oficinas públicas, aeropuertos o estaciones.
En Fangchenggang no se va a dejar a los robots humanoides de adorno. A partir de diciembre, entran directamente en tareas esenciales. Una de las principales será orientar el movimiento de personas que cruzan la frontera. Piensa en colas, dudas sobre qué ventanilla elegir o qué formulario presentar. El humanoide podrá indicar caminos, responder preguntas sencillas y reducir atascos.

Además, estos robots humanoides en la frontera apoyarán labores logísticas, algo clave cuando hay que mover mercancías rápido y con poco margen de error. También tendrán presencia en servicios comerciales y en inspecciones de puestos fronterizos, donde revisarán instalaciones y recorrerán zonas asignadas. Aunque estén muy controlados, no estarán encerrados: saldrán a zonas abiertas y a instalaciones industriales vinculadas al acero, el cobre y el aluminio.
UBTech, la empresa detrás de estos robots humanoides Walker S2, detalla varias misiones concretas. Por un lado, orientar flujos de personas significa gestionar cómo se mueven los viajeros y visitantes dentro de pasos fronterizos y edificios de servicio. En la práctica, vas a poder ver al humanoide indicando dónde colocarse, qué mostrador seguir o cuándo esperar.
Por otro lado, el soporte logístico se centrará en organizar operaciones de transporte interno, sobre todo en zonas donde circulan carritos, contenedores o vehículos de servicio. La parte más delicada llega con las inspecciones estructuradas en instalaciones de acero, cobre y aluminio. Estos robots humanoides industriales recorrerán rutas definidas, revisarán puntos concretos y enviarán datos que luego analizarán técnicos humanos.
Todo este despliegue de robots humanoides en China no nace de una simple prueba pequeña. Se apoya en un contrato formal entre UBTech y un centro especializado en robótica con sede en Fangchenggang. Este acuerdo está valorado en 264 millones de yuanes, unos 34 millones de euros al cambio actual, una cifra que deja claro que no se trata de un experimento improvisado.

El contrato define que el modelo elegido para esta frontera es el robot humanoide Walker S2, que se usará en varios tipos de escenarios reales: el propio paso fronterizo, las zonas logísticas cercanas y los complejos industriales donde se manipulan metales como acero, cobre y aluminio. Esto convierte a Fangchenggang en un gran campo de pruebas cruzado, donde un mismo modelo humanoide asume tareas de atención, logística e inspección.
Más allá de Fangchenggang, UBTech mueve una estrategia industrial amplia alrededor de sus robots humanoides Walker. La compañía afirma que la serie completa de estos humanoides ya acumula pedidos por valor de 800 millones de yuanes de cara a 2025, sin contar las variantes educativas ni las pensadas solo para investigación. Esto indica que hay un interés real de clientes que quieren integrar humanoides en sus procesos.
UBTech también asegura que ya ha comenzado a entregar los primeros lotes industriales del Walker S2 a distintos clientes. El objetivo declarado es claro: escalar la producción, fabricar miles de unidades y bajar los costes. Si lo consiguen, vas a poder ver más robots humanoides comerciales en entornos normales de trabajo, no solo en demostraciones tecnológicas o ferias especializadas.
Uno de los puntos clave de este proyecto es que UBTech presenta el Walker S2 como un producto industrial acabado, no como un prototipo de laboratorio. Esto significa que el robot humanoide Walker S2 está pensado para “enchufar y trabajar” en escenarios reales, con un nivel de fiabilidad suficiente para asumir tareas repetitivas y estructuradas durante muchas horas al día.
La transición del prototipo al producto implica que los ingenieros de UBTech han tenido que priorizar la estabilidad del sistema, el mantenimiento, la posibilidad de producir en serie y el control de costes. El salto importante está en la mentalidad: ya no se trata de ver si un humanoide en pruebas puede hacer algo, sino de comprobar cómo encaja en un equipo de trabajo donde hay objetivos, horarios y responsabilidades compartidas con personas.
Para que la presencia de robots humanoides en entornos públicos sea habitual, el precio tiene que bajar, y UBTech lo sabe. Por eso su plan pasa por acelerar la producción a gran escala del Walker S2. Cuantas más unidades fabrican, más pueden repartir los costes fijos de desarrollo y más sencillo será ofrecerlos a administraciones y empresas a un precio razonable.
El objetivo final es que estos robots humanoides en China pasen a ser una opción real frente a otros sistemas automatizados, como quioscos interactivos o cámaras de vigilancia. Si un humanoide puede asumir varias tareas distintas en un mismo espacio, desde informar a personas hasta revisar equipos, la inversión empieza a tener sentido para muchos gestores públicos y privados.
El despliegue de robots humanoides en la frontera china forma parte de un movimiento más amplio del sector público del país hacia la robotización. No es algo aislado ni una simple curiosidad local. En distintas provincias ya se están probando robots para gestionar colas, informar a ciudadanos o asistir en eventos oficiales, siempre bajo la supervisión de personal humano.

En la provincia de Zhejiang, por ejemplo, la oficina migratoria utiliza robots para ayudar en la gestión diaria de flujos de personas. Allí estos sistemas apoyan al personal cuando hay picos de entrada y salida, y contestan preguntas básicas sobre trámites, documentos y tiempos de espera. Así, los trabajadores pueden centrarse en las solicitudes más complejas, mientras el robot de atención al público se ocupa de lo repetitivo.
Algo parecido sucede en el aeropuerto de Hangzhou, donde un robot atiende dudas sencillas de los pasajeros. Le puedes preguntar por puertas de embarque, horarios aproximados o servicios básicos del aeropuerto, y el sistema responde sin agotarse ni perder la paciencia. Estos robots no tienen forma humanoide tan avanzada como el Walker S2, pero marcan camino para la aceptación social de máquinas en espacios públicos.
Otro caso llamativo se dio durante una cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en Tianjin. Allí se utilizó un robot multilingüe desarrollado por iBen Intelligence para tareas de asistencia protocolaria. El robot ayudó a orientar delegaciones, responder cuestiones básicas en varios idiomas y servir como “anfitrión” tecnológico. Este tipo de robots de protocolo muestran cómo China explora distintos perfiles de automatización en su diplomacia y sus eventos oficiales.
Todo este movimiento con robots humanoides en China no va por libre. El Estado está empujando una estrategia coordinada para ordenar el sector y fijar unas reglas comunes. El Ministerio de Industria y Tecnología de la Información ha creado un comité nacional específico para robots humanoides, una señal muy clara de que quieren marcar el ritmo de esta tecnología.

Este comité nacional de humanoides está presidido por el propio Ministerio y reúne a empresas privadas, centros de innovación y expertos técnicos. Entre los miembros aparecen directivos de UBTech, Unitree, AgiBot y representantes del centro de innovación de Shanghái. Con esta mezcla, el gobierno puede escuchar a la industria, a los investigadores y a los desarrolladores, y al mismo tiempo orientar la dirección general del sector.
La misión principal de este comité es fijar estándares para los robots humanoides y acelerar su salto desde el laboratorio hasta usos comerciales y administrativos. Hablamos de definir cómo se comunican estos robots con otros sistemas, qué niveles de seguridad se exigen, qué protocolos deben seguir en caso de fallo y cómo deben integrarse en procesos ya existentes.
Al crear un marco común, las empresas pueden diseñar robots humanoides comerciales sabiendo qué esperan las autoridades y qué requisitos deberán cumplir para entrar en edificios públicos, fábricas o fronteras. A la vez, las administraciones públicas se sienten más seguras al contratar estos sistemas, porque no son piezas aisladas, sino partes de una estrategia estatal más amplia.
El artículo insiste en un punto muy importante: no solo importa que los robots humanoides tengan contratos y tareas en papel, sino dónde se prueban. Fangchenggang no es una oficina tranquila, sino una frontera con tiempos apretados, personas en tránsito continuo y mercancías vigiladas. Eso convierte este paso en un laboratorio real para ver hasta qué punto estas máquinas pueden asumir responsabilidades críticas.

En un espacio así, cualquier fallo se detecta rápido. Si un robot humanoide en una frontera tarda demasiado en dar instrucciones, se forman colas. Si no interpreta bien una ruta logística, los camiones se acumulan. Justo por eso, los responsables del proyecto quieren observar no solo la parte técnica, sino también cómo reaccionan los trabajadores, los viajeros y los responsables de seguridad ante la presencia constante de un humanoide.
El paso fronterizo de Fangchenggang se convierte así en un escenario privilegiado para estudiar la convivencia entre máquinas y personas. Allí se ve con claridad qué tareas encajan mejor en un robot humanoide y cuáles siguen siendo más adecuadas para un agente de fronteras o un técnico de logística. Por ejemplo, informar de rutas simples puede ser trabajo del robot, mientras que gestionar un conflicto entre viajeros seguirá en manos humanas.
El proyecto permite analizar también las implicaciones organizativas y laborales de esta combinación. Al introducir robots humanoides en servicios públicos, cambian turnos, se crean nuevos perfiles profesionales y el personal debe aprender a coordinarse con sistemas automatizados. En cualquier caso, la experiencia de Fangchenggang servirá de referencia para otras ciudades chinas que valoren introducir humanoides en trámites administrativos, transporte o seguridad.
En conjunto, el despliegue de robots humanoides en la frontera de Fangchenggang muestra cómo China está pasando de la teoría a la práctica: un modelo industrial como el Walker S2 entra en un entorno muy exigente para orientar a viajeros, apoyar logística y revisar instalaciones, dentro de una estrategia estatal coordinada.
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