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Integral AI, Fundada por un Ex Google, Asegura Tener la Primera IA General Capaz de Aprender sin Entrenamiento Previo

 | diciembre 10, 2025 20:08

Una pequeña empresa de Tokio, fundada por un ex directivo de Google, asegura haber cruzado la línea que gigantes como OpenAI o xAI aún solo prometen. La japonesa Integral AI afirma haber probado la primera Inteligencia Artificial General del mundo, algo que, si fuera cierto, cambiaría por completo la forma en la que entiendes la tecnología.

Para situarte, la Inteligencia Artificial General, o AGI, es ese “Santo Grial” del que llevan años hablando Sam Altman, Elon Musk y prácticamente todo el sector. Se refiere a una IA capaz de igualar o superar la inteligencia humana en casi cualquier tarea intelectual, desde resolver problemas abstractos hasta entender un texto complejo.

la Inteligencia Artificial General, o AGI

Si piensas en tu experiencia con asistentes de IA, lo que ves son respuestas muy rápidas, a veces brillantes y a veces absurdas. Esos chatbots no “piensan” como tú. Son modelos que predicen palabra a palabra cuál es la siguiente secuencia más probable en una frase, usando enormes cantidades de datos. Se equivocan, inventan cosas y se bloquean con tareas que, para un adolescente, serían casi triviales.

Por eso, muchos expertos consideran que la AGI todavía suena más a ciencia ficción que a un anuncio realista a corto plazo. Integral AI ha decidido dar un salto discursivo que ni Altman ni Musk se han atrevido a dar: afirmar, de forma directa, que ya han llegado a esa meta. La pregunta es cómo lo justifican y hasta qué punto tiene sentido su definición.

Integral AI se presenta como una empresa de IA encarnada, es decir, una inteligencia que no vive solo en servidores de la nube, como ChatGPT, sino en un cuerpo físico con sensores y actuadores. Su sede está en Tokio y su fundador, Jad Tarifi, trabajó 11 años en Google, donde dice haber creado y liderado el primer equipo de IA generativa de la compañía. Esa trayectoria es uno de los puntos con los que buscan credibilidad ante una afirmación tan ambiciosa.

Lo que Tarifi y su equipo han hecho es publicar un comunicado en el que, antes de proclamar que tienen una AGI, definen sus propias reglas del juego. No se apoyan en un estándar global, porque no existe, sino en tres criterios que, según ellos, cualquier AGI debería cumplir: aprendizaje autónomo de habilidades, dominio seguro y fiable, y eficiencia energética. La trampa, o al menos el matiz, está en cómo explican cada uno.

Cuando hablan de aprendizaje autónomo de habilidades, se refieren a que el sistema sea capaz de enseñarse a sí mismo competencias completamente nuevas. No vale solo con ajustar lo que ya sabe a un caso distinto. Según Integral AI, su modelo puede entrar en un dominio que nunca ha visto, sin conjuntos de datos preexistentes ni instrucciones paso a paso, y aprender desde cero.

El segundo requisito, el dominio seguro y fiable, apunta a uno de los grandes miedos asociados a cualquier idea de superinteligencia. Para la empresa, no basta con que la AGI aprenda sola, también tiene que hacerlo sin provocar riesgos catastróficos ni efectos secundarios extraños. Es decir, el sistema debería explorar, equivocarse poco a poco y corregirse sin tomar decisiones que pongan en peligro a las personas ni al entorno.

El tercer punto, la eficiencia energética, intenta acotar otro problema importante: no tendría mucho sentido hablar de una Inteligencia Artificial General si para aprender una habilidad sencilla consume la electricidad de una ciudad entera. Integral AI afirma que el coste energético total de su modelo para aprender nuevas habilidades es comparable al de un ser humano que adquiere esa misma capacidad. No ofrecen cifras detalladas, pero marcan el listón en esa equivalencia con el cerebro humano.

Según la propia compañía, estos tres principios no son solo un eslogan de marketing. Dicen que sus ingenieros los han usado como “pilares fundamentales y referencias de desarrollo” para diseñar, probar y ajustar el sistema que ahora presentan como capaz de AGI. En teoría, toda la arquitectura, las pruebas internas y los protocolos de seguridad giran alrededor de ese trío: aprender solo, aprender sin riesgo y aprender sin disparar el consumo energético.

La parte más llamativa de su relato llega cuando explican cómo ponen esto en práctica. Integral AI afirma haber realizado pruebas con robots equipados con su modelo, en entornos físicos, y que esos robots habrían aprendido nuevas habilidades sin supervisión humana directa. Estaríamos hablando de máquinas que no solo ejecutan órdenes, sino que exploran y descubren mejores formas de actuar, ajustando su estrategia a la marcha según lo que perciben con sus sensores.

Silicon Valley Impulsa el Avance de la Inteligencia Artificial con Entornos de Entrenamiento

Ahí entra la idea de “IA encarnada” que repite Tarifi. A diferencia de un asistente en tu móvil, el objetivo de Integral AI es colocar esta supuesta Inteligencia Artificial General dentro de dispositivos físicos, capaces de sentir y actuar en el mundo real. Podría ser un brazo robótico en una fábrica, un robot asistencial en un hospital o una máquina que se mueve por un almacén. En todos los casos, la promesa es la misma: la IA aprende sola, en el propio entorno, sin que una persona tenga que supervisar cada paso.

Tarifi argumenta que Japón es el lugar lógico para lanzar este proyecto porque el país lleva décadas invirtiendo en tecnología robótica. Esa combinación de industria, cultura tecnológica y experiencia en dispositivos físicos sería, según él, el caldo de cultivo ideal para probar una AGI encarnada. Y aquí introduce un mensaje casi histórico: este anuncio no sería solo un logro técnico, sino el comienzo de una nueva etapa para la civilización.

En sus propias palabras, que se recogen en el comunicado, Tarifi presenta esta AGI como “el inicio de un nuevo capítulo en la historia de la civilización humana”.

“Nuestra misión es escalar este sistema aún en su infancia hacia una superinteligencia incorporada que amplíe la libertad y la capacidad de acción colectiva.”

La misión oficial de Integral AI va más allá del prototipo actual. Hablan de una futura “superinteligencia encarnada”, un sistema que no solo igualaría a las personas, sino que iría varios pasos por delante, siempre encajado en cuerpos físicos y conectado al entorno. Según la empresa, esta superinteligencia debería servir como herramienta para aumentar tu margen de decisión y la capacidad de organización de las sociedades, no para sustituir a los humanos.

Qué diferencia a la AGI que promete Integral AI de los chatbots que ya usas cada día

Para entender la magnitud de lo que proclama Integral AI, conviene comparar su propuesta con las herramientas de IA que sí usas hoy. Los chatbots actuales, por potentes que te parezcan, son esencialmente grandes modelos de lenguaje. Su función principal es calcular qué palabra o fragmento encaja mejor a continuación de lo que tú escribes, basándose en patrones aprendidos de cantidades brutales de texto.

Ese enfoque hace que generen respuestas coherentes y, muchas veces, útiles. Pero también deja claro por qué cuesta tanto considerarlos como “inteligencia” en el sentido humano. No tienen memoria estable del mundo, no entienden el contexto físico en el que vives y no pueden actuar por sí mismos. Cuando se equivocan, no aprenden directamente de ese fallo, necesitan que sus creadores vuelvan a entrenar el modelo o lo ajusten con datos nuevos.

Lo que Integral AI asegura ofrecer es un sistema que “crece, abstrae, planifica y actúa” como un todo unificado. Ellos mismos comparan la arquitectura de su modelo con el neocórtex multicapa del cerebro humano, esa región responsable del pensamiento consciente, la percepción y el lenguaje. En teoría, su IA no solo responde, sino que construye representaciones internas del mundo, las relaciona y las usa para tomar decisiones a lo largo del tiempo.

Según la compañía, su modelo está inspirado directamente en la forma en que ese neocórtex integra información de distintos sentidos, genera planes y corrige la acción al recibir nueva información. Esto les permite sostener que su sistema supone “un salto fundamental más allá de los límites de las tecnologías de IA actuales”. Es una afirmación fuerte, y de momento solo respaldada por sus propias pruebas internas, pero marca el tono de todo el anuncio.

Cómo encaja esta supuesta AGI en la carrera global por la Inteligencia Artificial General

Este movimiento no se produce en el vacío. Llega después de años en los que figuras como Sam Altman, desde OpenAI, y Elon Musk, ahora con xAI, han prometido repetidamente que la Inteligencia Artificial General está “a la vuelta de la esquina”. Han captado miles de millones en inversión y han lanzado productos muy avanzados, pero ninguno se ha atrevido a decir de forma tajante: ya tenemos una AGI funcionando.

En ese contexto, que una empresa mucho más pequeña, con sede en Tokio y sin productos públicos, lance esa afirmación con tanta seguridad genera una mezcla de curiosidad y escepticismo. Por un lado, si lo que dicen es cierto, estaríamos ante un golpe sobre la mesa que cambia el mapa de la IA mundial. Por otro, la falta de detalles técnicos abiertos, pruebas externas y demostraciones públicas hace que muchos investigadores pidan calma antes de dar por hecho que se ha cruzado esa frontera.

Una parte de la verificación llega, por ahora, solo desde la propia Integral AI: explican que las pruebas con robots se han hecho en entornos controlados y que han documentado el proceso siguiendo esos tres criterios de AGI que detallan. No hay artículos revisados por pares disponibles, ni benchmarks públicos que permitan comparar su sistema con otros modelos de IA actuales. Esa ausencia de datos independientes es el principal freno para aceptar su relato sin reservas.

En cualquier caso, la historia encaja con una tendencia clara: el sector quiere pasar de IAs que responden en pantalla a IAs que actúan en el mundo real. La robótica aparece como el primer campo de pruebas lógico, porque combina percepción, toma de decisiones y acción física. Si algún día ves robots capaces de aprender tareas nuevas por sí solos en fábricas, hospitales o ciudades, probablemente detrás habrá piezas de esta carrera por la AGI encarnada.

Por ahora, lo que tú puedes hacer es seguir la evolución de este tipo de anuncios con cierta distancia crítica. Cuando una compañía afirma haber creado la primera Inteligencia Artificial General del mundo, conviene mirar tres cosas: qué definición de AGI está usando, qué pruebas externas aportan y en qué entornos reales se está aplicando. En el caso de Integral AI, la definición está muy clara, las pruebas son internas y el campo de aplicación inicial apunta a la robótica en Japón.

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