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La Expansión Masiva de la IA Impulsa Nuevos Empleos Humanos que no Estaban en los Planes

 | diciembre 26, 2025 02:24

La inteligencia artificial lleva años presentada como una máquina de triturar empleos, sobre todo en oficinas y trabajos repetitivos. Ahora, un análisis de Vanguard, uno de los mayores gestores de inversiones del mundo, pone un freno a ese relato y apunta a algo más incómodo: los puestos más expuestos a la IA no solo no están desapareciendo, sino que crecen más rápido que antes de la pandemia. Falta un detalle clave para entender por qué.

El estudio se fija en lo que pasa entre mediados de 2023 y mediados de 2025 en el mercado laboral de Estados Unidos, justo cuando la inteligencia artificial generativa explota en empresas de todo tipo. Vanguard cruza datos oficiales de empleo con un mapa de tareas automatizables y detecta que los trabajos con alta exposición a la inteligencia artificial aumentan un 1,7 % en ese periodo. Si lo comparas con el 1 % que crecían entre 2015 y 2019, el resultado sorprende.

En paralelo, las ocupaciones con menor exposición a la inteligencia artificial sí muestran una desaceleración en la creación de empleo. Es decir, los trabajos que en teoría deberían estar más “amenazados” por la automatización son, hoy, los que aceleran, mientras otros se enfrían. El propio equipo de Vanguard insiste en que esto no significa que el riesgo haya desaparecido, ni mucho menos, y ahí es donde empieza la parte incómoda del análisis.

Lejos de Destruir Empleos, la IA Cambia Quién Gana y quién Pierde en el Ecosistema Laboral

Para evitar que la pandemia distorsione el cuadro, los economistas de Vanguard deciden dejar fuera el periodo 2020-2022, que estuvo marcado por cierres, teletrabajo forzado y saltos extraños en sectores como la hostelería o la industria. Se quedan, por tanto, con dos momentos “normales”: 2015-2019, antes del covid, y 2023-2025, ya en plena ola de inteligencia artificial generativa. Ese corte temporal permite comparar la velocidad a la que crecen las mismas ocupaciones en dos contextos muy distintos.

El foco está en unas 140 ocupaciones catalogadas como altamente expuestas a la inteligencia artificial. Ahí entran administrativos, mecanógrafos, asistentes de recursos humanos, auxiliares legales o científicos de datos, entre otros. Se trata de trabajos donde una gran parte de las horas se dedica a acciones muy estructuradas, como escribir informes, organizar documentos o revisar contratos, que en teoría podría asumir un sistema de inteligencia artificial con bastante autonomía.

Sobre el papel, estos empleos deberían ser los primeros en notar la llegada de la automatización. Muchas tareas son repetitivas, digitalizadas y con reglas claras, justo el tipo de cosas que la inteligencia artificial aprende a hacer muy rápido. La reducción masiva de estos puestos tan automatizables, esa oleada de despidos que tantas veces se ha pronosticado, todavía no se ha materializado en los datos agregados del mercado laboral. Y eso obliga a hacerse otra pregunta incómoda: si no está pasando ahora, ¿cuándo podría ocurrir?

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Vanguard interpreta que la ausencia de destrucción masiva no significa que tú puedas relajarte y olvidarte del riesgo. Más bien refleja que la tecnología, tal y como funciona hoy, todavía no está lo bastante madura como para sustituir de forma amplia el trabajo humano en estas ocupaciones. La inteligencia artificial ayuda, acelera y cambia procesos, pero aún tropieza con errores frecuentes y “alucinaciones” en sus respuestas, lo que limita su margen para operar sin supervisión humana en tareas delicadas.

Esa idea la resume muy bien Adam Schickling, economista sénior de Vanguard, cuando advierte que la IA mantiene limitaciones técnicas que frenan su capacidad para barrer empleos de golpe. “Si la IA fuera ya tan poderosa como algunos anuncios prometen, veríamos una caída clara en el empleo y los salarios de los trabajos más expuestos”, razona, apoyándose en los datos. Él mismo reconoce que la disrupción llegará y que ciertas profesiones van a notar el impacto con más fuerza.

La foto salarial apunta en la misma dirección. Antes del covid-19, los salarios reales —es decir, descontando la inflación— en las ocupaciones muy expuestas a la inteligencia artificial apenas avanzaban un 0,1 % anual. Es un crecimiento prácticamente plano. En cambio, tras la pandemia, esos mismos trabajos pasan a registrar un incremento real del 3,8 %, una aceleración notable en muy poco tiempo que no encaja con la idea de una presión negativa fuerte por culpa de la automatización.

Si te vas a las ocupaciones con menor exposición a la inteligencia artificial, la historia es distinta. Ahí, el salario real crece del 0,5 % antes del covid al 0,7 % después, una mejora ligera pero lejos del salto que se observa en los empleos más amenazados. Ese contraste sugiere que la inteligencia artificial, de momento, no está aplastando los sueldos de los trabajadores en puestos vulnerables, y refuerza la idea de que el impacto real de la tecnología en estos empleos es más gradual de lo que se ha vendido.

Vanguard defiende, con este comportamiento de salarios y empleo, que si la inteligencia artificial fuera la causa principal de una gran desaceleración en el mercado laboral, ese golpe se vería con claridad tanto en las contrataciones como en las nóminas. Y, por ahora, los números no lo muestran. Más bien apuntan a que el papel de la inteligencia artificial en la pérdida de fuerza del empleo reciente está sobredimensionado y que hay otros factores macroeconómicos pesando en paralelo.

Cómo afecta hoy la inteligencia artificial al empleo de oficina y a los salarios

Estas conclusiones chocan de frente con algunos de los mensajes más duros que has oído en el sector tecnológico. Dario Amodei, director ejecutivo de Anthropic, ha llegado a avisar de que la inteligencia artificial podría eliminar hasta la mitad de los empleos de nivel inicial en trabajos de oficina, y habla incluso de un desempleo del 20 % en el corto plazo por el impacto de los sistemas de IA en tareas de backoffice. El contraste con los datos agregados de Vanguard es evidente.

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También la Reserva Federal de Estados Unidos ha recogido historias de empresas que ya están ajustando plantillas gracias a la automatización. En su Beige Book aparecen casos de compañías que dicen haber reducido contrataciones o eliminan puestos iniciales usando herramientas de inteligencia artificial.

Un fabricante, por ejemplo, asegura haber recortado un 15 % de su personal administrativo gracias a estas tecnologías, lo que demuestra que el impacto existe, pero quizá no a la escala que algunos titulares sugieren.

La clave está en la diferencia entre ejemplos puntuales y tendencias generales. Que varias empresas reduzcan equipos gracias a la inteligencia artificial es totalmente compatible con que, en el conjunto de la economía, el empleo en ocupaciones muy expuestas a la IA siga creciendo. El informe de Vanguard se basa en estadísticas agregadas y contrasta pequeñas olas locales con la marea de fondo del mercado laboral, lo que ayuda a separar el ruido de los cambios estructurales.

En el lado contrario de los mensajes apocalípticos, algunos líderes empresariales advierten de que sería un error frenar en seco la contratación de talento joven por miedo a la inteligencia artificial. Jeetu Patel, presidente de Cisco, rechaza por ejemplo la idea de que los humanos vayan a volverse obsoletos en cinco años por culpa de la IA, y defiende que los equipos necesitan perfiles júnior que crezcan junto a las nuevas herramientas, no que desaparezcan por completo de los organigramas.

Schickling aporta otra pieza importante para entender por qué la inteligencia artificial no ha tumbado de golpe estos trabajos. Subraya que los modelos actuales, pese a su potencia, siguen cometiendo errores de bulto y “alucinaciones” al generar texto, datos o código. Eso obliga a mantener una supervisión humana continua, sobre todo en funciones legales, financieras o de recursos humanos, en las que un fallo puede salir muy caro. Y esa necesidad de vigilancia mantiene la demanda de empleo humano en muchas tareas que parecían sentenciadas.

Qué empleos podrían notar más el impacto de la inteligencia artificial en los próximos años

Vanguard no vende una historia de tranquilidad eterna. Más bien sugiere que estás en una fase de transición, en la que la inteligencia artificial convive con los trabajadores y va ampliando poco a poco lo que puede asumir sola. Schickling admite que veremos disrupciones claras y cita algunas áreas que podrían sufrir una menor demanda futura si los modelos continúan mejorando a gran velocidad: la atención al cliente, el análisis de datos y parte del ámbito legal.

En atención al cliente, por ejemplo, ya ves chatbots y asistentes conversacionales capaces de resolver dudas básicas y filtrar incidencias antes de que lleguen a un agente humano. En análisis de datos, las herramientas de inteligencia artificial generan informes, gráficos y recomendaciones en minutos. Y en el sector legal, los sistemas revisan contratos, buscan jurisprudencia y proponen borradores. Hoy falta precisión y contexto en muchos casos, y eso hace que el trabajador humano siga siendo el último filtro.

Incluso profesiones muy analíticas, como la economía, están en el punto de mira. El propio Schickling admite que, si los modelos de inteligencia artificial siguen mejorando de forma exponencial, ellos mismos podrían verse amenazados. Esa sinceridad refuerza la idea de que nadie está completamente a salvo y que la clave, tanto si trabajas en oficina como en un puesto más operativo, es entender qué parte de tu trabajo puede replicar la IA y qué parte depende todavía de criterio, matiz humano y responsabilidad.

Con todo, los datos actuales indican que el impacto de la inteligencia artificial en el empleo está siendo más gradual, matizado y complejo de lo que muchos analistas y líderes tecnológicos habían anticipado. No hay señales claras de un daño generalizado ni de una destrucción masiva de los trabajos más expuestos en el periodo 2023-2025, y el comportamiento de los salarios respalda esa lectura.

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