Un nuevo giro en el modelo de negocio de OpenAI podría cambiar el “clima” dentro del chat: la empresa estaría explorando integrar publicidad y contenido patrocinado directamente en las respuestas de ChatGPT, además de anuncios tradicionales tipo banner.
Por su parte, la razón es más terrenal que futurista. El esquema basado solo en suscripciones no estaría siendo rentable, y la presión por sumar vías de monetización crece. Hoy se estima que ChatGPT reúne cerca de 800 millones de usuarios activos por semana, con unos 35 millones de pagos, mientras alrededor de 760 millones usan la versión gratuita.

“Las personas tienen una relación de confianza con ChatGPT, y cualquier enfoque publicitario se diseñará para respetar esa confianza”, sostiene OpenAI al reconocer que está explorando cómo podrían ser los anuncios dentro del producto.
Es decir, la oportunidad económica está donde está la multitud: en la base masiva de usuarios gratuitos. Monetizar ese flujo podría generar ingresos muy superiores a los que aportan los suscriptores, incluso si solo una parte pequeña interactúa con anuncios.
No obstante, el mecanismo que se discute no sería un cartel pegado al costado. La idea incluye contenido patrocinado dentro del propio texto, con menciones o recomendaciones pagadas cuando el contexto de la consulta sea “relevante”, similar a lo que ocurre con los primeros resultados pagos de Google.
En otras palabras, ChatGPT podría funcionar como una casa con dos circuitos eléctricos. Uno es el cableado “normal”, el que enciende las luces que vos pediste. El otro es un cableado extra, con su propio interruptor, que decide cuándo aparece una marca dentro de la misma lámpara que estabas mirando.
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Sin embargo, a diferencia de un banner visible —un cartel en la ruta— el contenido patrocinado dentro del texto se parece más a un consejo dicho en voz baja en la cocina. Si no está claramente rotulado, el usuario puede no distinguir qué parte es “orgánica” y cuál es una pieza colocada por acuerdo comercial.
Por su parte, el ejemplo es sencillo: si alguien pregunta por recomendaciones de power banks (baterías externas portátiles), algunas opciones podrían aparecer no por calidad objetiva, sino porque una marca pagó para estar ahí. Y, al mismo tiempo, otro modelo podría figurar en un banner contextual al costado del chat.
Es decir, se combinarían dos formatos. Los banners serían más fáciles de identificar como anuncios porque no se mezclan con la respuesta. No obstante, seguirían siendo contextuales: se ajustan a la conversación, como un vendedor que escucha desde la puerta y trae “justo eso” que estabas mencionando.

La pieza clave, para los anunciantes, es que ChatGPT ya conoce mucho del usuario. No solo edad o ubicación, sino intereses deducidos de interacciones previas. Esa personalización podría mejorar métricas de conversión, pero también abre un debate central sobre privacidad y uso de datos conversacionales.
Sin embargo, la discusión más sensible es la neutralidad. Si el sistema prioriza información porque alguien pagó, se mueve el engranaje de confianza: el lector cree que recibe una guía, pero podría estar leyendo una recomendación inclinada por diseño.
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Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.