ChatGPT es el Nuevo “Asesor Financiero” de Miles de Estadounidenses Endeudados

En Estados Unidos, cada vez más personas recurren a chatbots de inteligencia artificial para enfrentar problemas económicos. Se han convertido en consejeros improvisados para quienes buscan alternativas rápidas, accesibles y —sobre todo— menos costosas que un asesor financiero tradicional. Sin embargo, esta tendencia plantea interrogantes sobre la precisión, la seguridad y los límites de la IA en un terreno tan delicado como las finanzas personales.

El caso de Myra Donohue, una joven de 28 años con deudas en tarjetas de crédito y un entorno familiar complejo, refleja esta nueva dinámica. Aunque su padre, planificador financiero, se ofreció a ayudarla, prefirió acudir a ChatGPT. El chatbot le elaboró un presupuesto personalizado en segundos, asignando un rol específico a cada dólar que ingresaba.

Lo que más valoró Donohue no fueron las ideas en sí —muchas de ellas básicas—, sino la rapidez y la facilidad con las que pudo dar el primer paso para ordenar su vida económica.

Una encuesta de Intuit Credit Karma refuerza este fenómeno: dos tercios de los adultos que han usado IA generativa lo hicieron para obtener asesoramiento financiero, y el 80 % de quienes siguieron esas recomendaciones afirman haber mejorado su situación. Las generaciones más jóvenes lideran este cambio: alrededor del 82 % de los usuarios de la generación Z y los millennials confían en los chatbots para cuestiones de dinero.

Entre la ayuda práctica y el riesgo de errores

La accesibilidad es clave. Mientras un asesor financiero puede cobrar tarifas elevadas, ChatGPT responde gratis o a un costo muy inferior. Además, para muchos usuarios existe un factor emocional: hablar de deudas con una persona real genera vergüenza, mientras que un chatbot ofrece anonimato y cero juicios.

Ejemplos como el de Jennifer Allan, una agente inmobiliaria de Delaware con 23.000 dólares en deudas, muestran cómo estas herramientas pueden impulsar cambios. Allan pidió a ChatGPT un plan de 30 días para reducir sus gastos y generar ingresos extra. Vendió objetos, recuperó dinero de registros estatales y hasta donó plasma. Documentó su proceso en TikTok, y logró reducir casi la mitad de su deuda.

Pero no todo es positivo. El mismo estudio de Credit Karma reveló que más de la mitad de los usuarios que siguieron consejos de IA tomaron decisiones equivocadas. La explicación es sencilla: los chatbots tienden a responder de forma literal, sin considerar matices ni verificar en tiempo real la validez de los datos.

El caso de Alexander Stuart, un contador de 32 años, ilustra este dilema. Tras usar ChatGPT como una “universidad gratuita” para aprender a invertir, consiguió duplicar una inversión en AMD. Sin embargo, poco después perdió dinero en una operación con Nvidia porque el chatbot le ofreció información desactualizada. Desde entonces, Stuart contrasta las sugerencias con otras fuentes y reconoce que utiliza la herramienta más como apoyo educativo que como guía definitiva.

La delgada línea entre apoyo y dependencia

Los expertos insisten en que la IA no debe reemplazar el criterio humano ni la asesoría profesional. “¿La enviarías por correo electrónico? Si no, no la pongas en un chatbot”, advierte Molly Rimes, asesora de Modera Wealth Management, sobre los riesgos de subir datos sensibles como extractos bancarios o números de la Seguridad Social.

Además, los consejos de la IA pueden volverse erráticos. Allan, en un segundo reto financiero, recibió sugerencias tan cuestionables como vender fotos de sus pies. Aunque lo intentó brevemente, borró la publicación al día siguiente, preocupada por la dirección que tomaba su “plan”.

Lo cierto es que los chatbots de IA han democratizado el acceso a cierto tipo de información financiera y han motivado a miles a dar pasos que, de otro modo, habrían pospuesto. Sin embargo, el entusiasmo no debe eclipsar los riesgos: la falta de contexto, los posibles sesgos en los datos y la ausencia de regulación convierten a estas herramientas en un recurso útil, pero no infalible.

En un escenario donde la educación financiera sigue siendo una deuda pendiente para millones de personas, confiar ciegamente en la IA puede ser tan peligroso como no tomar ninguna acción. Tal vez la clave esté en encontrar un punto intermedio: aprovechar la velocidad y accesibilidad de los chatbots, pero siempre contrastando la información con fuentes confiables, expertos financieros o instituciones especializadas como la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. (SEC).

Al final, ChatGPT puede ayudar a organizar un presupuesto o proponer estrategias para ahorrar, pero la verdadera responsabilidad sigue estando en manos del usuario. Porque en materia de dinero, la rapidez nunca debería sustituir al criterio.