Genís Roca, referente en cultura digital en España, lanzó una imagen potente: “vas a un oráculo, preguntas, te responde a su manera y no sabes de dónde lo saca”. Se refería a ChatGPT y a cómo lo usamos hoy.
La comparación con el oráculo de Delfos no es casual. Roca recuerda que ChatGPT responde según su propio criterio y no siempre explica sus fuentes. El problema no es la máquina a secas. El giro está en cómo preguntas y en qué haces con la respuesta. Ahí es donde tú marcas la diferencia y donde se decide el valor real.
Roca lo aterriza con una frase sobria: la inteligencia artificial no es magia, es software. Es un programa que aprende de textos y patrones, y devuelve lo que “calcula” que encaja con tu consulta. Si lo piensas, eso te coloca el mando en la mano. En caso de preguntar mejor, obtienes salidas más útiles y claras.
En la universidad ya lo están viviendo. Una profesora de la Universidad de Barcelona cuenta que detecta cuando un estudiante ha usado ChatGPT para preparar guiones de entrevistas. El rastro es fácil: preguntas planas, sin contexto y sin curiosidad. Lo determinante no es el primer texto generado por la IA, sino tu capacidad de escuchar, repreguntar y profundizar en la conversación humana después.
ChatGPT superó los 100 millones de usuarios mensuales en enero de 2023, y desde entonces su presencia no ha dejado de crecer. Con todo, ese alcance no resuelve lo básico: definir el objetivo, pedir matices y encadenar preguntas. "ChatGPT es el nuevo oráculo de Delfos", resume Roca, y el símil funciona por la opacidad de las fuentes y por nuestras expectativas.
¿Y el empleo? Roca no edulcora el panorama. Toda tecnología ha destruido puestos de trabajo. La inteligencia artificial hará lo mismo, y a la vez abrirá nuevas tareas y más autonomía. El resultado no es binario. Si sabes usar herramientas, puedes centrarte en lo que aporta criterio y trato humano, que es justo lo que las máquinas todavía no hacen bien.
También te puede interesar:El Truco de Miles de Estudiantes con ChatGPT para Preparar Exámenes sin Ahogarse en ApuntesRoca lo encaja en una idea vieja y útil: usar herramientas es lo que nos hace humanos. Antes fue el martillo, después la hoja de cálculo y ahora la inteligencia artificial. Quitar las herramientas no te “purifica”, te hace menos eficiente. La mayoría de trabajos hechos sin herramientas salen peores y cuestan más tiempo. La IA entra en esa tradición como un acelerador al servicio de resolver problemas reales.
Queda la trampa del oráculo. ChatGPT no siempre cita fuentes, y a veces se inventa datos con tono convincente. Para reducir ese riesgo, conduce la conversación con pasos cortos y verificables. Prueba esto la próxima vez:
En clase, esto te obliga a una destreza que no caduca: escuchar bien y repreguntar con intención. En la oficina, cambia la relación con tu tiempo. Si dejas a la inteligencia artificial lo mecánico, tú te quedas con lo estratégico, lo que requiere criterio, empatía y responsabilidad. Si delegas sin revisar, heredas sus sesgos y sus inventos.
Mirando a los próximos meses, la regulación europea de IA entra en fases a partir de 2025. Verás políticas internas más claras en centros educativos y empresas. Si tu organización publica guías de uso o crea un pequeño comité de revisión, prepárate para más tareas que mezclan inteligencia artificial y validación humana. Si no hay reglas y todo “vale”, el riesgo de errores públicos sube rápido.
También te puede interesar:OpenAI recauda $6.6 mil millones y alcanza una valoración de $157 mil millonesMe dedico al SEO y la monetización con proyectos propios desde 2019. Un friki de las nuevas tecnologías desde que tengo uso de razón.
Estoy loco por la Inteligencia Artificial y la automatización.