Las grandes empresas de IA prometen una AGI que cambie el mundo, pero hoy el pulso real está en otra parte: la economía de la atención. En 2025, herramientas como Sora 2 de OpenAI y Veo 3 ponen la creación de vídeo al alcance de cualquiera en cualquier lugar.
Estas plataformas permiten que tú generes clips pulidos en minutos, sin cámara ni edición. Lo haces desde el navegador, eliges una idea y la IA la convierte en un vídeo listo para subir. La facilidad es solo la punta del iceberg, porque la propia dinámica empuja a producir más y más.
El coste también explica el boom: para ti, el coste marginal de crear un vídeo es prácticamente 0 €, a día de 2025. Si quieres producción masiva, llega la suscripción de pago, pero el primer empujón es gratis y casi instantáneo. Con todo, la misma lógica que te ahorra esfuerzo te lleva a probar fórmulas que “siempre” funcionan.
La viralidad se vuelve una receta repetible y tú solo rellenas los huecos. Esa receta tiene un riesgo claro: el contenido empieza a parecer diseñado por algoritmos, no por personas.
Ese ruido tiene nombre propio: “AI Slop”. Es contenido generado por IA que luce impecable, pero carece de propósito, autenticidad o significado. Se propaga rápido, contamina el feed y dificulta encontrar algo valioso. La confianza sufre y, ya no sabes qué creer, ni siquiera cuando sí es real.
Mientras tanto, los objetivos de fondo no cambian: retenerte el máximo tiempo posible y dominar la economía de la atención. El patrón es viejo, viene de Facebook y compañía, pero ahora con esteroides de IA. Tú produces y consumes a la vez, trabajas sin cobrar y te conviertes en el producto. La novedad es que el vídeo —el formato que más engancha— ya no depende de grabar nada.
Por diseño, estas IAs priorizan lo que maximiza visionados y comentarios. Explotan sesgos cognitivos comunes para que no cierres la app: novedad, recompensa variable y confirmación. Funcionan como una “máquina de dopamina” a escala industrial, donde lo importante no es la calidad del contenido, sino su capacidad para “clavarte” a la pantalla.
“El vídeo ya no se graba, se calcula”. La frase resume el giro. Lo vemos en demos públicas y documentación técnica difundida este año, y en lanzamientos que apuntan, directa o indirectamente, a rivalizar con TikTok. OpenAI empuja ahí con Sora 2, y Google acelera con Veo 3. La verificación de lo prometido se observa en pruebas abiertas y anuncios de producto fechados en 2025.
El gancho definitivo son los “cameos”: puedes protagonizar vídeos imposibles, hacer parkour lunar o tocar con tu banda favorita sin rodaje real. Son adictivos y perfectos para compartir. La línea con los deepfakes se difumina, y los riesgos de seguridad y privacidad suben: fraudes visuales, suplantaciones y reutilización no deseada de tus imágenes y tu voz.
Hoy la IA no solo crea texto e imágenes, también vídeos en cadena. Eso multiplica la velocidad del “AI Slop” y la confusión. Hace pocos años dudabas con una foto; ahora distinguir un vídeo sintético de uno auténtico se vuelve casi imposible. El resultado es serio: puede quebrarse la confianza en lo visual, incluso cuando el material es legítimo.
OpenAI incluye configuraciones, controles parentales y avisos de contenido. No está claro si bastan para frenar abusos. El dilema es social y técnico: necesitamos etiquetado fiable, educación mediática y buenas prácticas, pero el incentivo dominante sigue siendo la economía de la atención, que premia lo rápido y lo llamativo por encima de lo cierto.
Si lo comparamos con redes anteriores, la diferencia es la escala y la fricción casi nula. Antes tenías que grabar y editar; ahora solo pides un vídeo y listo. Por eso el modelo de Facebook encaja de nuevo: creadores/consumidores impulsados por métricas, pero ahora con generadores que producen a velocidad de servidor.
¿Qué vigilar en los próximos meses? Tres señales claras te orientan:
Hay otro movimiento a tener en el radar: OpenAI quiere, directa o indirectamente, competir por el terreno de los vídeos cortos. Si ves acuerdos con creadores, kits de monetización o integraciones con grandes redes, prepárate para otra vuelta de tuerca en la economía de la atención. Recuerda la trampa: más volumen no implica mejor contenido.
Sora 2 y Veo 3 democratizan el vídeo y reducen el coste casi a 0 €, pero la factura la paga tu atención. La economía de la atención premia lo que te engancha, aunque sea “AI Slop”. Si valoras la autenticidad, míralo con calma, identifica plantillas emocionales y sospecha de lo perfecto. Lo que está en juego no es solo el feed, también la confianza en lo que ves.
Me dedico al SEO y la monetización con proyectos propios desde 2019. Un friki de las nuevas tecnologías desde que tengo uso de razón.
Estoy loco por la Inteligencia Artificial y la automatización.