La apuesta de Microsoft por OpenAI arrancó con una demo privada en abril de 2019 y hoy condiciona su futuro en inteligencia artificial. Define quién controla la tecnología que usas a diario en Windows, en la nube y en tu móvil. Falta un detalle clave: el coste real de esa dependencia no se vio hasta que la fiebre por ChatGPT desbordó el mercado.
Todo empezó cuando ingenieros de OpenAI enseñaron a Bill Gates una versión avanzada de GPT‑2. Quedó impresionado y el CTO Kevin Scott avisó por correo a Satya Nadella y al propio Gates del riesgo de quedarse atrás. En julio de 2019 llegó el cheque de 1.000 millones de dólares, y con él, una relación que iba a marcar cinco años de estrategia, de producto y de poder.
Con ese dinero, OpenAI lanzó GPT‑3 en agosto de 2020, aunque sin acceso general. El golpe real llegó en 2022: ChatGPT alcanzó 100 millones de usuarios en dos meses, el récord más veloz de internet. Ahí, Microsoft y OpenAI se convirtieron en el tándem dominante: Azure como músculo y modelos punteros como escaparate.
Con una inversión estimada en 10.000 millones, la ecuación parecía perfecta: OpenAI obtenía infraestructura cloud masiva y Microsoft recibía acceso prioritario a sus modelos para comercializarlos con su marca. Había una trampa… la dependencia. Cuando toda tu oferta de IA cuelga de un tercero, el margen de maniobra se estrecha.
Con el éxito, OpenAI pidió más dinero y mejores condiciones de nube. Microsoft, consciente del riesgo, montó en marzo de 2024 una división propia dirigida por Mustafa Suleyman, cofundador de DeepMind e Inflection, para crear modelos fundacionales.
Estrenó Phi‑3 y Phi‑4 con enfoque de “Edge AI”, útiles en dispositivos locales, pero con impacto limitado frente a los líderes. La infraestructura de Azure es la carta que Microsoft no puede soltar, y eso dice mucho.
También te puede interesar:OpenAI lanza la app de ChatGPT para Windows con nuevas funcionalidadesMientras tanto, OpenAI siguió creciendo en usuarios e ingresos, aunque sin ser rentable. GPT‑5 decepcionó a una parte del sector, pero la estrategia de Sam Altman de vender “hype” y promesas, como el megaproyecto Stargate, siguió generando interés e inversión.
En abril de 2025 cerró una ronda histórica de 40.000 millones de dólares. En percepción pública, ChatGPT es hoy el estándar, y eso pesa en cada decisión entre Microsoft y OpenAI.
La relación se tensó más por el giro de OpenAI hacia un ánimo de lucro claro. Altman ha propuesto ceder a Microsoft el 33% de la compañía si renuncia a beneficios futuros. Con una valoración de 300.000 millones, la asimetría salta a la vista.
Si hay ruptura, la gran beneficiada sería OpenAI, con modelos líderes y demanda altísima, mientras Microsoft quedaría “acoplada” a decisiones ajenas, aunque cobre dividendos por su participación.
Google cuenta con Gemini y DeepMind, más Android y su buscador para distribuir IA a escala. xAI de Elon Musk empuja Grok con enfoque de censura cero e integración en X. Anthropic, con Claude, tiene respaldo de Amazon y Google.
Meta acelera con Llama y una división de superinteligencia reforzada. China presiona con DeepSeek. En ese mapa, Microsoft y OpenAI compiten y cooperan a la vez, un equilibrio inestable.
También te puede interesar:Microsoft ofrece miles de dólares a quienes encuentren vulnerabilidades en su IAPara ti, la clave práctica es dónde correrán tus modelos y tus datos. Azure puede ser la “pasarela invisible” de la IA, incluso si no tiene el mejor modelo. El liderazgo de Suleyman está en el punto de mira por falta de resultados visibles. Él mismo recordó un riesgo social creciente: “No tratemos la IA como un ser consciente”, porque la apariencia de conciencia está cerca y puede distorsionar el debate público.
Hay tres escenarios. El mejor para Microsoft: acuerdo estable, quizá ese 33%, acceso preferente a modelos y contratos cloud a varios años; señales claras serían una hoja de ruta conjunta y precios de Azure más bajos para OpenAI.
El central: coexistencia tensa y más “copilotos” con piezas mixtas. El peor: ruptura y carrera por modelos propios. Entrenar sigue siendo carísimo, pero Microsoft tiene caja. Y ojo, el avance de xAI con Grok 4 en pruebas como ARC‑AGI 2 confirma que ya no solo los gigantes tradicionales compiten.
Tres señales rápidas que te ayudarán a leer el siguiente movimiento entre Microsoft y OpenAI:
Si el viento gira, a Microsoft le queda un consuelo con impacto real: su derecho a participar en los beneficios de OpenAI. El gran juego podría no estar en el “mejor modelo”, sino en quién posee la autopista por la que circulan todos.
El coste de entrenar modelos de IA sigue siendo altísimo, y ahí Azure, como AWS o Google Cloud, puede facturar durante años. Entre Microsoft y OpenAI, el tiempo dirá si hace falta coronarse en modelos o basta con dominar la infraestructura que lo hace posible.
También te puede interesar:La Condición que Según el CEO de Perplexity, Aravind Srinivas, Definirá si la IA se Gana o no la Confianza en los NegociosDirectora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.