¿Te pasó alguna vez que un gasto “para mejorar la casa” empieza como una oportunidad y termina pareciendo una hipoteca emocional? En 2025, algo similar se vio en Wall Street con Oracle: una empresa que muchos consideraban sólida y predecible, y que de pronto quedó en el centro del debate sobre si la Inteligencia Artificial (IA) es una pieza clave del futuro o un exceso de optimismo.
El hallazgo del mercado fue incómodo: Oracle pasó de ser emblema del boom de IA a convertirse en un símbolo de los temores de burbuja. La acción tuvo un rally (suba rápida) potente y, después, un retroceso igual de elocuente.

La chispa fue Stargate, una joint venture (alianza entre empresas) con OpenAI y SoftBank que prometía invertir 500.000 millones de dólares en infraestructura de IA en Estados Unidos. Además, el anuncio tuvo un respaldo público del presidente Trump junto a los líderes de las compañías. Y ese cableado político-financiero actuó como un interruptor: el precio reaccionó de inmediato.
Luego llegaron buenos resultados del segundo y tercer trimestre. Y también acuerdos en nube e IA que empujaron una expectativa enorme: que la unidad cloud de Oracle podría rozar ingresos por 166.000 millones de dólares en 2030. Por un momento, el entusiasmo fue tan grande que Larry Ellison, presidente de la compañía, llegó brevemente a ser la persona más rica del mundo.
Pero el mercado no solo mira el motor. También mira el tanque.
Porque la IA, en la práctica, no es magia: es infraestructura. Es como convertir una casa en “inteligente” de verdad. No alcanza con comprar un parlante. Hay que cambiar el tablero eléctrico, sumar cables, sensores, cámaras y, sobre todo, pagar la obra. En este mecanismo, los centros de datos son el equivalente a esas reformas: pesadas, caras y con retorno a futuro.
También te puede interesar:Ni Musk ni Bezos: el Nuevo Hombre más Rico del Planeta es Larry Ellison, tras Acuerdo entre Oracle y OpenAIAhí apareció la duda central: ¿Oracle estaba comprando una oportunidad generacional o firmando una cuenta demasiado grande para hoy? Los inversores empezaron a mirar el endeudamiento, el engranaje menos glamoroso de la historia de IA.
En el año, Oracle emitió casi 26.000 millones de dólares en bonos para financiarse. Su deuda total creció más de un 40% interanual hasta rondar los 124.000 millones. Y las salidas de efectivo subieron de 2.700 millones a 10.000 millones de dólares en el mismo período. Es decir: más peso financiero y más dinero saliendo por la puerta, mientras el mercado esperaba que el crecimiento futuro lo compensara.
Un indicador se volvió protagonista: los credit default swaps o CDS (seguros contra impago). Cuando suben, el mensaje es simple: el mercado percibe más riesgo de crédito. En Oracle, estos CDS treparon a niveles no vistos desde 2009, una señal fuerte para una empresa que había sido vista como confiable.
Con ese ruido de fondo, la acción cayó más de un 40% desde su máximo de septiembre. El papel todavía cotiza alrededor de un 15% por encima del nivel de comienzos de año. No es un derrumbe total. Es, más bien, un vaivén que revela incertidumbre.
Para el pequeño inversor, el caso Oracle funciona como un manual doméstico. Cuando una compañía promete “la reforma total” con IA, conviene mirar cuatro piezas clave del tablero: deuda, flujo de caja (dinero que entra y sale), expectativas de crecimiento y señales de riesgo como los CDS. Si todo crece a la vez, el mercado puede pedir pruebas más rápido de lo que la infraestructura se construye.
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Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.