En 2025, los agentes de inteligencia artificial han pasado de ser un experimento raro a convertirse en asistentes discretos que muchas personas usan cada día para trabajar, estudiar y organizar su vida personal. Un nuevo estudio de la Universidad de Harvard junto a Perplexity AI intenta responder a una pregunta clave: quién está usando realmente estos agentes de IA y para qué.
La investigación se centra en Comet, el agente de IA y navegador inteligente que Perplexity lanzó en julio de 2025 y que ya acumula cientos de millones de consultas. A partir de esos datos, los autores dibujan un retrato bastante claro de los usuarios y de las tareas que delegan en estas herramientas.

El estudio muestra que los agentes de inteligencia artificial ya no son un simple chat con respuestas más o menos brillantes, sino sistemas capaces de planificar y ejecutar acciones complejas con muy poca supervisión humana. Con una sola instrucción, vas a poder pedirles que recopilen información financiera, organicen tu agenda, redacten correos y preparen un resumen para una reunión, todo en cadena.
Para entender qué está pasando, los investigadores analizaron cientos de millones de interacciones reales con Comet. No son encuestas ni opiniones, son registros anónimos de cómo la gente usa el agente de IA cuando tiene trabajo acumulado, tareas pendientes o dudas que quiere resolver rápido. Como señalan en el informe, "lo que la gente hace con un agente cuando no la miras dice más que cualquier cuestionario".
El primer hallazgo es que quienes adoptan pronto los agentes de IA tienden a incorporarlos después en casi todo. Esa adopción temprana actúa como una especie de entrenamiento, una curva de aprendizaje donde vas probando tareas sencillas, ves que funciona y, poco a poco, te atreves a delegar cosas más importantes. Cuando esa confianza se asienta, es más fácil que el agente pase de curiosidad a herramienta fija en tu día a día.
No todo el mundo se sube al carro al mismo ritmo. Los datos señalan que el uso más intenso de agentes de inteligencia artificial se concentra en usuarios de países con mayores ingresos. Es decir, donde hay más renta, mejor acceso a Internet y dispositivos modernos, estos asistentes encajan antes y con más fuerza.
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El nivel educativo también pesa. Las personas con más formación académica son las que exprimen con mayor intensidad los agentes de IA. El estudio detecta que más del 70 % de los usuarios de Comet trabaja en sectores digitales o muy centrados en el conocimiento, como la academia, las finanzas, el marketing, la tecnología o el emprendimiento. Son perfiles acostumbrados a leer informes, preparar presentaciones, comparar datos y que encuentran en estos agentes un atajo para muchas de esas tareas.
Cuando miras al otro lado, el contraste es evidente. Sectores donde el trabajo depende sobre todo del contacto físico con el entorno, como la agricultura, la energía o algunas industrias tradicionales, muestran una adopción mucho menor de agentes de inteligencia artificial. No porque no puedan beneficiarse nunca, sino porque, por ahora, gran parte del valor de estos sistemas se concentra en tareas digitales que se resuelven desde un ordenador o un móvil.
Dentro de ese universo más digital, el eje central del uso es la productividad. El 36 % de todas las acciones delegadas a los agentes de IA entra en la categoría de “productividad y flujo de trabajo”. En este bloque se agrupan funciones muy concretas: creación y edición de documentos, donde el agente redacta borradores, corrige textos o da estructura a informes; gestión de correos electrónicos, con borradores de respuestas, clasificación de mensajes y preparación de resúmenes por prioridad; y síntesis de información financiera, algo clave para perfiles de inversión, análisis o gestión.
La agenda diaria también pasa por estos sistemas. La gestión de calendarios y reuniones aparece como otro uso común: el agente revisa huecos, propone horarios, cruza compromisos y recuerda plazos. En la práctica, actúa como un asistente administrativo avanzado que te ayuda a ahorrar tiempo y a reducir la carga operativa, sobre todo si pasas el día saltando entre llamadas, documentos y correos.

Esa cara más productiva conecta de forma natural con el aprendizaje. El 21 % de las consultas analizadas se orienta a estudiar o investigar. Aquí, los agentes de inteligencia artificial se usan para resumir artículos académicos largos, extraer las ideas clave de un informe técnico o explicar conceptos que, con el lenguaje habitual de un libro de texto, se hacen cuesta arriba. Cuando tienes que entender algo complejo deprisa, estos sistemas rellenan el hueco entre el manual denso y el vídeo rápido.
Los autores del estudio defienden que estos datos refuerzan la idea de que los agentes de IA se están consolidando como herramientas educativas tanto en entornos formales como en el aprendizaje autodidacta. Un estudiante puede pedir resúmenes o ejemplos sencillos para un examen de física, y un profesional puede aclarar una duda sobre regulación financiera antes de una reunión.
También te puede interesar:Perplexity Anuncia Comet: Su Navegador Web con IALo llamativo es que, pese al foco en productividad y estudio, la mayoría de las interacciones se produce fuera del trabajo. El 55 % de las consultas tiene que ver con la vida personal y no con el empleo. En este espacio entran tareas como la planificación de viajes, donde los agentes comparan rutas, hacen listas de cosas que ver y sugieren presupuestos; las decisiones de compra, con comparativas de productos y opiniones organizadas; y la organización del tiempo libre, desde propuestas de planes hasta ideas de ocio.
La búsqueda de empleo también entra en ese uso personal. Hay quien se apoya en el agente de IA para analizar ofertas, mejorar el currículum, redactar cartas de presentación o incluso preparar respuestas a preguntas típicas de entrevista. Con todo, solo el 30 % de las interacciones totales está directamente vinculado al trabajo actual de la persona, y un 16 % se centra de forma específica en educación. Eso deja claro que muchos usuarios ven a estos agentes como un compañero flexible para casi cualquier faceta de su día.
El estudio no se queda en las fotos fijas y sigue la evolución de los usuarios con el tiempo. Los investigadores observan que muchas personas arrancan con tareas muy simples y cotidianas, como pedir recomendaciones de viajes, preguntar por series o películas, u organizar un fin de semana. Son peticiones de bajo riesgo, donde si la respuesta no encaja, no pasa nada. A partir de ahí, algo cambia poco a poco.
Con el paso de las semanas, esos mismos usuarios empiezan a confiar a los agentes de inteligencia artificial tareas más complejas ligadas a su actividad profesional. Piden apoyo para preparar presentaciones, ordenar tablas de datos, pulir informes o revisar contratos. El uso se desplaza también hacia la formación académica y el desarrollo de carrera, con preguntas sobre cursos, certificaciones o nuevos temas que quieren aprender para mejorar su perfil laboral.
Esa progresión, que va de lo trivial a lo estratégico, sugiere una curva de aprendizaje bastante clara. Cuantos más resultados positivos obtienes con tareas pequeñas, más dispuesto estás a dejar que el agente toque partes sensibles de tu flujo de trabajo. Los autores recuerdan que los agentes de IA no son infalibles y que seguir una supervisión mínima es clave, sobre todo cuando hay decisiones legales, sanitarias o financieras en juego.
El contexto temporal también pesa. El estudio se sitúa en pleno auge de los agentes de inteligencia artificial en 2025. Ese año, empresas como Amazon, Google, Microsoft y OpenAI lanzaron o ampliaron sus propios agentes, y los integraron en navegadores, sistemas operativos y plataformas de trabajo colaborativo. Esa integración silenciosa hace que, sin darte cuenta, tengas un asistente disponible tanto en tu portátil como en tu móvil, listo para ejecutar varios pasos a partir de una sola instrucción.
La metodología del trabajo se apoya en los registros de uso de Comet desde su lanzamiento en julio de 2025, con cientos de millones de consultas que se procesan de forma agregada y anónima. Los autores reconocen que el estudio todavía no ha sido revisado por pares, pero argumentan que la escala de los datos ofrece una primera visión sólida de quién saca mayor partido de los agentes de IA y con qué objetivos concretos los usa.
Entre las implicaciones de fondo, los investigadores destacan el potencial de estos sistemas para reducir barreras en el acceso al conocimiento. Cuando un agente puede explicar un concepto técnico, resumir un documento difícil o guiarte paso a paso en una tarea, baja el listón para que más gente pueda entrar en temas que antes requerían mucha formación previa. Al mismo tiempo, subrayan que estos agentes de inteligencia artificial optimizan tareas que antes exigían horas de trabajo y habilidades muy específicas, desde la limpieza de datos hasta la redacción fina de textos.
La imagen completa no es tan uniforme. La concentración de uso en países ricos y en usuarios con alto nivel educativo deja abierta la duda sobre si estos beneficios se repartirán de forma equitativa. Si solo una parte de la población tiene acceso real a agentes de IA potentes y sabe cómo sacarles jugo, la brecha de productividad y de aprendizaje puede crecer. Los próximos años dirán si las versiones gratuitas, las integraciones en servicios públicos o las políticas educativas corrigen ese desequilibrio o lo refuerzan.
Hasta entonces, este mapa de 2025 te da una pista de cómo, dónde y por qué los agentes de IA están cambiando la manera en que organizas tu tiempo, aprendes cosas nuevas y sacas adelante tu trabajo.

Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.