¿Alguna vez sentiste que estudiaste “todo lo correcto” y, Al buscar trabajo te hablan como si te faltara una pieza clave? A muchos jóvenes les pasa: acumulan cursos, certificaciones y prácticas, pero la puerta de entrada parece tener un nuevo cerrojo. Y a veces, ni siquiera lo maneja una persona.
Sin embargo, varios informes recientes revelan un hallazgo incómodo: conseguir el primer empleo se está volviendo más difícil justo cuando la Generación Z es la más formada. El State of Talent Report 2025 de Signal Fire muestra que la contratación de perfiles con menos de un año de experiencia cayó un 25% entre 2023 y 2024 en el sector tecnológico.

Un informe de Criteria Corp aporta otra capa al problema: el 70% de los profesionales de contratación dice no encontrar candidatos con las habilidades que las empresas necesitan. Es decir, el estudio mide percepciones de reclutadores, no resultados reales de contratación, pero funciona como termómetro de un clima: el mercado se vive como hostil y desconfiado.
Pablo Foncillas lo traduce sin rodeos: el crecimiento se concentra casi exclusivamente en talento ya consolidado. En otras palabras, el mensaje implícito es “si no vienes ya con experiencia, no molestes”. Y eso abre una paradoja: nadie nace sénior.
No obstante, el engranaje que más se aceleró en silencio está en el primer paso del proceso. Según Cegid, el 35% de los departamentos de RRHH ya usa IA generativa (software que produce texto) para cribar candidatos y el 61% planea integrarla de forma sistemática. Para muchos jóvenes, la primera entrevista ya no es una charla: es un filtro automatizado.
Es decir, el currículum deja de ser una carta y se convierte en un archivo que una máquina ordena, etiqueta y descarta en segundos. Beatriz Gómez advierte que ser entrevistado por una IA puede resultar desmoralizante. También subraya el riesgo para la empresa: un algoritmo mal diseñado puede perder buenos perfiles antes del “tú a tú”.
Sin embargo, la IA de selección no es un villano con cara. Se parece más a la central eléctrica de un edificio: decide qué luces se encienden y cuáles quedan apagadas sin que el inquilino lo note. El cribado (primer filtro) actúa como un tablero de interruptores que responde a reglas.
En otras palabras, si el sistema está cableado para premiar “años” por encima de “potencial”, un joven queda a oscuras aunque traiga habilidades útiles. Y si además la experiencia previa es el dato central, el candidato nuevo llega con el casillero vacío: no tiene historial para “probar” nada.
Por su parte, la Encuesta de Población Activa del INE sitúa el paro juvenil en el 24,9%. Es el dato más bajo en una década, pero sigue siendo el más alto de la Unión Europea. La cifra funciona como señal de que el problema no es solo individual: hay un mecanismo estructural que frena el acceso.
No obstante, incluso cuando hay empleo, la calidad se resiente. Los titulados universitarios trabajan más que otros jóvenes, pero con contratos precarios y salarios bajos. PwC, en Juventud y Empresa, estima que estas peores condiciones cuestan un 2,27% del PIB porque el sistema “no aprovecha la inversión educativa realizada”.

Es decir, se forma talento para un mercado híbrido, digital y global, mientras muchas instituciones y empresas siguen operando con planos industriales del siglo pasado. La era digital abrió profesiones nuevas —analistas de Big Data, pilotos de drones o desarrolladores de realidad virtual—, pero muchas se organizan por proyecto, como freelance, fuera del canal tradicional.
Sin embargo, los filtros clásicos (y sus versiones automatizadas) a veces no saben leer ese tipo de trayectorias. Para algunos responsables de RRHH, un currículum lleno de bootcamps no equivale a “madurez profesional”. Para muchos jóvenes, la empresa tradicional se siente lenta, rígida y desconectada del lugar donde ocurre la innovación.
El Ministerio de Inclusión advierte que el discurso de falta de preparación tiende a culpabilizar al individuo por problemas como la temporalidad o la escasez de oportunidades. La pieza clave, entonces, no es estudiar más, sino ajustar el cableado entre formación y empleo.
No obstante, hay una oportunidad concreta: recuperar una lógica de taller, como propone Foncillas, donde formar cuesta tiempo y dinero, pero construye futuro. Porque cuando el primer interruptor vuelve a estar en manos humanas, el talento joven deja de parecer un riesgo y vuelve a ser lo que siempre fue: energía disponible.

Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.