Los programas de bug bounty están bajo presión por una avalancha de informes falsos generados con IA. En las últimas semanas, plataformas como HackerOne y Bugcrowd han visto crecer reportes que parecen técnicos, pero no lo son.
Lo que empezó como apoyo para investigar vulnerabilidades se ha convertido en un atajo para intentar cobrar sin trabajo legítimo. Modelos de lenguaje redactan informes con jerga convincente, títulos alarmistas y supuestos fallos de “desbordamiento de búfer” o “errores en HTTP”. Cuando los equipos de seguridad miran de cerca, no hay base técnica ni pruebas reproducibles.

El caso de cURL lo deja nítido. Daniel Stenberg, responsable del proyecto, bloqueó a usuarios que enviaban reportes fabricados por IA. A primera vista sonaban serios, pero dentro había funciones que no existen, rutas de archivo mal inventadas y ejemplos de código que ni compilan. El equipo aplicó tolerancia cero: contenido creado por IA sin verificación humana, expulsión inmediata.
Este patrón tiene un nombre coloquial: AI slop. Son informes con buena forma y cero sustancia, que solo meten ruido en el flujo de revisiones. Y el ruido cuesta. En un programa de bug bounty, cada minuto de triage que se malgasta retrasa los hallazgos reales y desvaloriza el trabajo de quienes sí prueban, documentan y demuestran vulnerabilidades con seriedad.
Conviene recordar por qué nos jugamos tanto. Los programas de recompensas por errores son un muro de contención: permiten que investigadores externos encuentren fallos antes que los atacantes. El incentivo económico también tienta. En 2024, los premios por vulnerabilidad pueden alcanzar miles de dólares, y ese “pico” de precio empuja a automatizar envíos sin análisis humano.
Las plataformas de bug bounty ya reaccionan. Están filtrando informes generados por IA y buscando patrones claros: lenguaje genérico, frases repetitivas, referencias a funciones que no existen y ausencia de pruebas de concepto funcionales. El reto es doble, porque hay investigadores que usan IA de forma responsable y, si se aprieta demasiado, se puede castigar a quien sí trabaja bien.
También te puede interesar:El CEO de Klarna usa un avatar de IA para presentar resultados financierosHoy es posible detectar las señales recurrentes si miras con lupa. Primero, el lenguaje: suena técnico pero es plano, formula promesas vagas y repite estructuras. Segundo, las referencias: cita archivos y funciones que no aparecen en el repositorio. Tercero, la prueba: el PoC no compila, no se ejecuta o carece de pasos claros para reproducir el fallo.
Hay un matiz clave: pedir a un modelo que “encuentre vulnerabilidades” en minutos suele devolver un informe creíble a simple vista, pero sin valor técnico. La automatización sin validación humana borra la investigación real. Puedes apoyarte en IA para revisar sintaxis, ordenar pasos o generar casos de prueba, pero tú debes ejecutar, reproducir y explicar qué ocurre y por qué.
Si la ola de informes falsos continúa, es probable que veas controles más duros: verificación de identidad, plantillas más estrictas y mayor exigencia de pruebas técnicas. Cada barrera tiene coste. Formularios más largos ralentizan la revisión, y un KYC agresivo puede echar atrás a novatos con talento. El equilibrio es delicado y la confianza, básica para que todo funcione.
Si tú participas en bug bounty, hay una línea clara que te protege: usa IA como asistente, pero no como fuente única. Ejecuta pruebas locales, adjunta evidencia, explica el impacto y firma cada paso. Di cuándo te ayudó la IA y dónde no. Los programas de bug bounty viven de la confianza y de las pruebas reproducibles, y eso te posiciona como investigador serio.
El bug bounty es vital para la ciberseguridad, pero el mal uso de la IA está generando ruido, desconfianza y pérdida de tiempo. Si se priorizan verificaciones humanas, pruebas claras y controles proporcionados, vas a poder seguir reportando fallos con impacto real y mantener a salvo la confianza que sostiene los programas de bug bounty.
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Directora de operaciones en GptZone. IT, especializada en inteligencia artificial. Me apasiona el desarrollo de soluciones tecnológicas y disfruto compartiendo mi conocimiento a través de contenido educativo. Desde GptZone, mi enfoque está en ayudar a empresas y profesionales a integrar la IA en sus procesos de forma accesible y práctica, siempre buscando simplificar lo complejo para que cualquiera pueda aprovechar el potencial de la tecnología.