Corea del Sur acaba de meter un pie —y medio cuerpo— en la liga de los modelos gigantes con A.X K1, su primer modelo de inteligencia artificial a hiperescala desarrollado por SK Telecom. En 2025 la carrera por la IA ya no va solo de demos vistosas, sino de economía, energía, empleo y control de la infraestructura que lo sostiene todo.
A.X K1 presume de 519.000 millones de parámetros, una cifra que suena descomunal, aunque la clave no está solo en el tamaño, sino en cuándo y cómo se activan esos parámetros en el uso real.
A.X K1 cuenta con 519.000 millones de parámetros totales, pero durante la inferencia activa solo unos 33.000 millones, lo que significa que el modelo no utiliza todo su “cerebro” a la vez, sino únicamente la parte necesaria para cada tarea.

Este enfoque se apoya en una arquitectura mixture of experts, que selecciona subconjuntos óptimos de parámetros según el prompt, como si un gran equipo de especialistas entrara en acción solo cuando hace falta, en lugar de convocar a toda la empresa para cada pregunta. Este diseño reduce el consumo de recursos y puede mejorar tanto la latencia como el coste por consulta si el despliegue está bien afinado.
Cuando se habla de hiperescala, el problema deja de ser abstracto y se vuelve físico: GPUs, electricidad, refrigeración y memoria a gran escala. Los parámetros no son datos en bruto, sino la estructura interna que permite al modelo generalizar y razonar, y a este nivel se convierten en un activo estratégico que va mucho más allá del laboratorio.
Las grandes potencias persiguen la soberanía tecnológica en IA como objetivo estratégico, y Corea del Sur no quiere quedarse relegada al papel de fabricante de hardware. Estados Unidos y China llevan años movilizando recursos difíciles de dimensionar, y ese efecto dominó ya se nota fuera del sector.
Un ejemplo muy terrenal es el precio de la memoria RAM para consumidores, tensionado por la demanda de centros de datos y aceleradores, algo que terminas pagando cuando miras el precio de un portátil nuevo.

A esto se suma el impacto energético, porque entrenar y servir modelos grandes exige planificación industrial a escala país, y el efecto sobre el empleo, ya que la IA no solo automatiza tareas, sino que redefine qué trabajos existen, qué habilidades valen y qué empresas conservan margen.
A.X K1 se presenta como un “Modelo Maestro”, un sistema generalista que absorbe conocimiento a gran escala para luego transferirlo a modelos más pequeños. El enfoque maestro–estudiante es pragmático: la hiperescala se reserva para investigación y base tecnológica, mientras que los modelos compactos se destinan a productos reales y despliegues eficientes.
SK Telecom indica que este maestro puede destilar capacidades en modelos por debajo de los 70.000 millones de parámetros, abriendo la puerta a versiones especializadas que funcionen en entornos con recursos más limitados, desde servidores modestos hasta escenarios de edge computing.
La ambición va más allá de una sola empresa. El proyecto se apoya en colaboraciones con universidades y asociaciones, lo que apunta a una infraestructura compartida más que a un lanzamiento aislado, con la idea de que la IA actúe como base común para el país.
La propuesta incluye que el modelo sea open source y que su API sirva como cimiento para desarrollos en ecosistemas universitarios, empresariales e incluso nacionales. La idea no es solo tener un LLM potente, sino permitir que terceros construyan sobre él sin empezar desde cero. Ya se mencionan aplicaciones cotidianas como acceso a IA mediante mensajes de texto y llamadas telefónicas, además de búsqueda multilingüe, algo clave para un país altamente exportador y conectado.
También se habla de videojuegos, robótica humanoide y educación, aunque aquí conviene mantener cierto escepticismo: integrar robótica avanzada con buen razonamiento, seguridad y costes controlados es un reto muy distinto a anunciarlo en una hoja de ruta.
El consorcio detrás de A.X K1 no es una start-up, sino un grupo industrial diversificado con presencia en semiconductores, telecomunicaciones, transporte, construcción, energía y videojuegos. Esa diversidad permite llevar la IA del laboratorio al mundo físico sin depender de terceros en cada tramo del proceso.
Controlar parte de la cadena de suministro, incluida la memoria, da ventaja para iterar, abaratar costes y desplegar sin quedarse bloqueado a mitad de camino. SK Telecom ya ha confirmado planes para ampliar el modelo incorporando ejecución basada en agentes, sistemas que no solo responden, sino que planifican, encadenan acciones y ejecutan tareas con mayor autonomía.
Tae Yoon Kim, uno de los responsables del proyecto, ha llegado a afirmar que los 519.000 millones de parámetros podrían situar a Corea entre las tres principales naciones en IA.
Aun así, la élite no se decide solo por tamaño, sino por adopción real, calidad de despliegue, seguridad y por la capacidad del ecosistema local para crear negocio encima. Si A.X K1 logra convertirse en ese motor que alimente modelos más pequeños, productos cotidianos y servicios públicos, Corea no solo habrá entrenado un modelo grande: habrá construido una autopista. Y cuando un país entra en la hiperescala, la competición deja de ser solo tecnológica y pasa a ser claramente geopolítica.
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