Imagina que entras en un cine sabiendo que la protagonista no existe, que no es una persona, que es una “actriz” creada por inteligencia artificial. Eso es lo que ha ocurrido con Tilly Norwood, un personaje digital que ha encendido todas las alarmas en Hollywood y que ha llevado incluso a James Cameron a posicionarse con mucha dureza contra este tipo de proyectos. La conversación no es tan simple como “IA sí” o “IA no”, y ahí es donde tú, como espectador, entras en juego
Para situarnos, Tilly Norwood es presentada como la primera “actriz” creada por inteligencia artificial con aspiraciones profesionales en la industria del cine. No se trata solo de un personaje digital para un anuncio o un videojuego, sino de una figura que pretende moverse como cualquier otro intérprete: con agencia de representación, proyectos y carreras posibles. Este punto es clave para entender por qué genera tanta polémica la actriz de IA.
El lanzamiento oficial de Tilly Norwood llegó en septiembre de 2025, durante el Zurich Summit del Festival de Cine de Zúrich. Allí fue presentada en sociedad, casi como si se tratara de una nueva estrella emergente.
La diferencia es que, en este caso, no había una persona de carne y hueso detrás del rostro, sino un sistema de inteligencia artificial entrenado para actuar, hablar y “posar” como una intérprete profesional.
¿Quién está detrás de esta actriz virtual? La responsable es la productora y comediante neerlandesa Eline Van der Velden, una figura ya conocida en el mundo del entretenimiento que ha decidido apostar por la inteligencia artificial aplicada a la interpretación. Tilly Norwood se ha desarrollado a través de su propio estudio, llamado Xicoia, que se especializa en proyectos que mezclan tecnología y narrativa audiovisual.
Según explicó Van der Velden tras la presentación, Tilly Norwood no es un simple experimento técnico. Desde el primer momento, varias agencias de talento mostraron interés en representar a esta nueva “actriz” generada por IA. Eso significa que, en la práctica, la actriz de inteligencia artificial se está ofreciendo al mercado igual que cualquier otro intérprete humano, con la idea de firmar contratos, protagonizar campañas y participar en producciones.
También te puede interesar:Tilly Norwood, la Primera Actriz Creada con IA ya Apunta a la Gran Pantalla con Rechazo en HollywoodLa llegada de Tilly Norwood al Zurich Summit no se vivió como una curiosidad simpática, sino como un aviso serio de lo que puede venir. Muchos profesionales del sector cinematográfico, incluidos actores, directores y sindicatos, respondieron con un rechazo prácticamente inmediato.
Para ellos, la aparición de una actriz creada por inteligencia artificial abre la puerta a sustituir trabajo humano por figuras digitales que no cobran salarios, no exigen derechos laborales y no se quejan.
En ese contexto, se han alzado voces muy claras contra este tipo de proyectos. La actriz Emily Blunt se ha mostrado abiertamente contraria a que las productoras apuesten por intérpretes generados por IA en lugar de contratar personas reales.
También el sindicato SAG-AFTRA, que agrupa a miles de actores y actrices de Estados Unidos, ve estas “actrices” virtuales como una amenaza directa para la profesión, algo que choca frontalmente con sus luchas recientes por proteger la imagen y la voz de los intérpretes.
Dentro de este debate, una de las voces que más peso ha tenido es la de James Cameron, uno de los directores más influyentes del cine moderno. El cineasta se encuentra preparando el estreno de “Avatar: fuego y cenizas”, previsto para el 19 de diciembre, pero ha aprovechado las entrevistas promocionales para dejar clara su postura frente a figuras digitales como Tilly Norwood. Para él, el concepto de una actriz de IA que sustituye a intérpretes reales es sencillamente inaceptable.
En una conversación con el programa “CBS Sunday Morning”, Cameron fue muy directo y expresó su oposición frontal a cualquier proyecto que pretenda reemplazar actores humanos por creaciones generadas por inteligencia artificial. No se limitó a mostrar dudas o matices, habló con un tono rotundo, dejando claro que esa línea no debería cruzarse si se quiere proteger la esencia de la interpretación y la relación entre actor y director dentro de un rodaje.
Curiosamente, James Cameron ya vivió un debate similar años atrás, durante el desarrollo de la primera “Avatar” en 2005. En aquel momento, muchos pensaron que su apuesta por gráficos generados por ordenador y sistemas avanzados de captura de movimiento era una manera encubierta de ir desplazando a los intérpretes humanos. Se llegó a insinuar que soñaba con un cine sin actores, basado únicamente en modelos digitales y animación por ordenador.
Cameron ha querido aclarar ese malentendido recordando que su intención con “Avatar” fue exactamente la contraria. Según él, el trabajo con captura de movimiento y gráficos 3D era, en realidad, “una celebración del momento actor‑director”. Es decir, usaba la tecnología para expandir lo que un actor podía hacer, no para borrarlo de la ecuación. La interpretación nacía siempre de una persona real, y la parte digital servía como capa visual encima de esa actuación humana.
Aquí aparece una diferencia importante que Cameron quiere que entiendas bien. Cuando se usa captura de movimiento, como en “Avatar”, el punto de partida sigue siendo un actor físico que se mueve, siente y construye un personaje. El sistema digital solo traduce esa actuación en una criatura o en un avatar. Aunque la imagen final sea azul y extraterrestre, la emoción, la mirada y la intención salen de una persona real, no de un algoritmo.
Con la IA generativa aplicada a una actriz como Tilly Norwood, el planteamiento cambia por completo. Cameron apunta que ahora la tecnología permite “inventar un personaje, un actor” y generar toda la interpretación desde cero a partir de un texto. Ya no necesitas a nadie delante de la cámara, ni en un traje de captura. Un simple prompt puede bastar para producir una escena entera con una “actriz” que nunca ha pisado un set de rodaje ni ha tenido una experiencia humana real.
James Cameron no se queda corto al describir lo que siente ante este escenario. Califica de “horrible” la posibilidad de crear actores y actuaciones completas inventadas por IA a partir de un texto. Lo que le preocupa no es solo el avance técnico, sino lo que eso significa para la interpretación como arte: perder la fragilidad, los errores y las sorpresas que aporta un ser humano cuando se pone delante de una cámara.
Cameron no está completamente en contra de la inteligencia artificial en el cine. Lo que rechaza es la idea de sustituir a un intérprete por una actriz de inteligencia artificial diseñada para ocupar su lugar. Para él, la interpretación humana es irremplazable, y cualquier intento de clonarla con algoritmos le parece una falta de respeto hacia la profesión y hacia el vínculo emocional que se crea entre actor, director y público.
A pesar de ese rechazo frontal a los actores generados por IA, Cameron sí ve espacio para la inteligencia artificial en otros terrenos del cine. De manera muy clara, defiende que la IA puede servir para abaratar costes en áreas como la creación de efectos especiales, la gestión de planos complejos o ciertas tareas técnicas que consumen mucho tiempo y presupuesto. En estos casos, no se está sustituyendo creatividad humana esencial, sino optimizando procesos muy mecánicos.
Este enfoque plantea un punto intermedio interesante: usar la IA como herramienta de apoyo, pero no como reemplazo de quienes dan vida a los personajes. Según Cameron, ahí sí tiene sentido que el sector se abra a la tecnología. Puedes mejorar la calidad visual, ahorrar recursos y acelerar la postproducción sin necesidad de borrar al actor real, que sigue siendo el corazón de la escena. Para él la línea roja está clara: nada de intérpretes inventados por IA para sustituir a personas.
Mientras tanto, la creadora de Tilly Norwood, Eline Van der Velden, mantiene una postura muy diferente. Desde su punto de vista, Tilly no está diseñada para desplazar a actores humanos, sino para funcionar como una obra creativa, una pieza de arte construida con inteligencia artificial. En su discurso, la actriz de IA se parece más a un experimento artístico que a una competidora directa de los intérpretes tradicionales.
Van der Velden pide que se entienda la inteligencia artificial como una herramienta más dentro de la narrativa audiovisual, igual que en su momento lo fueron el sonido, el color o los efectos digitales. Para ella, el problema no está en que exista Tilly, sino en cómo la industria decida usar este tipo de personajes. Si se los trata como proyectos artísticos, considera que abren nuevas formas de contar historias. Si se emplean para ahorrar salarios y recortar plantillas, entonces el debate se vuelve mucho más delicado.
En el centro de toda esta discusión hay una pregunta que seguramente tú mismo te estás haciendo: ¿puede una actriz creada por inteligencia artificial ofrecer lo mismo que un intérprete humano? Para James Cameron y muchos profesionales de la industria, la respuesta es muy clara: la interpretación humana sigue siendo insustituible. No se trata solo de repetir líneas de guion con buena entonación, sino de aportar conexión, vulnerabilidad y autenticidad reales.
Quienes comparten la postura de Cameron insisten en que un algoritmo no sabe lo que es el miedo, el amor o la vergüenza, solo imita patrones. Para ellos, la esencia del cine está en esa chispa imprevisible que un actor aporta cuando entiende a su personaje, discute con el director y prueba diferentes matices en cada toma. Esa experiencia compartida en un set de rodaje es algo que una actriz de IA nunca va a vivir, por muy sofisticado que sea el sistema que la genera.
Con todo lo anterior, lo que está claro es que el debate en la industria cinematográfica está lejos de cerrarse. Por un lado, tienes a quienes impulsan el llamado “talento” digital y ven en proyectos como Tilly Norwood una oportunidad para explorar formatos nuevos, personajes imposibles y producciones más baratas y rápidas. Por otro, están quienes defienden que la identidad del cine sigue ligada a la presencia de actores y actrices reales delante de la cámara.
Lo más probable es que durante los próximos años convivan ambos mundos: herramientas de IA que ayudan en efectos y postproducción, intentos de actrices de inteligencia artificial como Tilly Norwood, y una defensa constante del valor de los intérpretes humanos por parte de sindicatos y figuras como James Cameron. Como espectador, vas a poder elegir qué tipo de historias quieres apoyar con tu tiempo y tu dinero, y esa elección también influirá en hacia dónde se mueve Hollywood.
Mientras Eline Van der Velden defiende a Tilly como pieza de arte y pide ver la inteligencia artificial como una herramienta narrativa, Cameron, Emily Blunt y el sindicato SAG-AFTRA recuerdan que la conexión, la vulnerabilidad y la autenticidad de un actor real no se pueden generar con un simple prompt. El camino que tome la industria dependerá de cómo se combine esa tecnología con el respeto al trabajo humano, y tú, desde tu butaca, también formas parte de esa decisión.
Me dedico al SEO y la monetización con proyectos propios desde 2019. Un friki de las nuevas tecnologías desde que tengo uso de razón.
Estoy loco por la Inteligencia Artificial y la automatización.
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