Si te acuerdas de cómo cambiaron las cosas con los móviles, las redes sociales o el paso a la nube, quizá pensabas que nada superaría aquel ritmo. Pero la IA va mucho más allá: su implantación es tan veloz y profunda que incluso los expertos reconocen que se trata de algo sin precedentes.
En solo dos años, los costes de uso de la IA han caído un 99 %, lo que ha disparado el acceso y la innovación en todo el planeta. Aplicaciones como ChatGPT han conseguido millones de usuarios en tiempo récord, la competencia entre empresas crece a una velocidad asombrosa y los grandes de la tecnología están rediseñando su infraestructura solo para seguir este ritmo.
Nunca una tecnología fue adoptada tan rápido ni cambió tanto nuestro día a día en tan poco tiempo. Si lo comparamos con la llegada de los smartphones, la explosión de Facebook o el salto al almacenamiento en la nube, la adopción de la IA deja cifras récord en menos años.
Mary Meeker, conocida como la “Reina de Internet” por sus informes anuales sobre tendencias tecnológicas, ha vuelto después de años de silencio con un documento que pone cifras y gráficos a este fenómeno: 340 páginas donde repite hasta 51 veces que lo que vivimos ahora es “sin precedentes”.
No hablamos solo de más usuarios o mejores apps, sino de una evolución tecnológica de la IA que es acelerada, masiva y global.
Para entenderlo de verdad, podemos fijarnos en ChatGPT. Esta aplicación de IA no solo es conocida por sus respuestas rápidas: ha conseguido 800 millones de usuarios en 17 meses, lo que no se había visto en ninguna otra tecnología ni siquiera en redes sociales de éxito. Imagina el reto que supone administrar esa avalancha de consultas, idiomas y casos de uso tan distintos.
También te puede interesar:OpenAI Compra el Dominio Chat.com en un Movimiento EstratégicoOtras empresas de IA siguen este ritmo: sus ingresos recurrentes anuales crecen igual de rápido, algo que antes necesitaba años y ahora ocurre casi de un día para otro, gracias al boca a boca digital y la facilidad de acceso a nuevos servicios online.
Que tantas personas puedan probar, aprender y usar IA no sería posible si el precio por uso no hubiera bajado de forma brutal. Según cifras de Stanford recogidas por Meeker, el coste de inferencia (el uso efectivo del modelo) ha caído un 99 % en dos años. Esto significa que lo que antes costaba miles de euros ahora vale apenas céntimos por cada millón de palabras procesadas.
Este cambio hace que crear, experimentar y lanzar productos de IA sea extremadamente sencillo para empresas pequeñas, desarrolladores y hasta centros educativos, sin tener que invertir fortunas en licencias o servidores propios.
Si el ritmo ya era alto, la competencia entre empresas y la liberación de modelos abiertos lo han multiplicado. Empresas chinas lanzan funcionalidades novedosas cada poco tiempo y los modelos open source permiten que cualquier programador pueda mejorar, adaptar y compartir nuevas ideas sin partir de cero ni pagar grandes sumas.
Lo curioso es que el coste para igualar o mejorar avances de otros baja radicalmente. Esto provoca una especie de “ping” tecnológico: lo que una compañía desarrolla hoy, otra puede replicarlo y abaratarlo casi de inmediato. Así, el usuario final se beneficia de actualizaciones constantes y precios a la baja.
La IA no vive solo de software; su progreso depende tanto del hardware especializado como de los propios modelos. Un ejemplo claro es la nueva GPU Blackwell de Nvidia lanzada en 2024, capaz de generar un token consumiendo 105.000 veces menos energía que su modelo Kepler de 2014. Esto supone menos gasto eléctrico y menor huella ecológica para entrenar y usar inteligencia artificial.
Por su parte, gigantes como Google y Amazon ya diseñan chips propios para IA —el TPU de Google y el Trainium de Amazon— y los integran en sus servicios de nube. Esta inversión no es un experimento, sino una apuesta estratégica para no quedarse fuera de la nueva carrera tecnológica y reducir aún más los costes para sus clientes.
No todo es ahorro y eficiencia. El coste de entrenar los modelos de IA más grandes es altísimo, con cifras que pueden llegar a 1.000 millones de dólares para una sola versión. Aquí está el matiz: mientras usar IA nunca fue tan barato, crear las bases que la hacen posible exige inversiones casi inigualables para la mayoría de empresas.
En este escenario, la competencia no deja de aumentar. Cada semana, nuevas plataformas, ingenieros o empresas lanzan modelos, APIs y soluciones de IA, intensificando una carrera por precios, facilidad de uso y mejores resultados. Esto favorece a consumidores y empresas: las mejoras llegan más rápido, los precios bajan y las funcionalidades no paran de crecer.
Sigue sin haber garantía de cuál de las actuales compañías logrará consolidarse como la “dominante” o la más rentable. Según Meeker, a pesar de que en 2024 la inversión de capital riesgo en IA alcanzó los 110.000 millones de dólares (un 62 % más respecto al año anterior), casi todas las empresas queman enormes sumas manteniendo sus infraestructuras, sin beneficios claros e inmediatos.
Esto crea una sensación de expectación, pero también de alerta: es un desafío constante, adaptarse a un ritmo de cambio tan rápido y no perder oportunidades, aunque saber quién ganará a largo plazo sigue abierto.
La revolución de la inteligencia artificial sigue avanzando a un ritmo fuera de serie, con una adopción acelerada y una reducción de costes nunca vista, como han demostrado casos como ChatGPT o la nueva generación de chips de Nvidia, Google y Amazon.
Aunque la rentabilidad definitiva de estas empresas aún no está asegurada, la inteligencia artificial impulsa un cambio global del que ya estamos siendo testigos y beneficiarios directos. Adaptarse rápido, aprender y estar atentos a esta ola tecnológica es clave para aprovechar todo lo que la IA va a poder ofrecerte en los años que vienen.
Me dedico al SEO y la monetización con proyectos propios desde 2019. Un friki de las nuevas tecnologías desde que tengo uso de razón.
Estoy loco por la Inteligencia Artificial y la automatización.