Si sigues la actualidad de la IA, hoy te interesa mirar dos cosas a la vez: un salto histórico en el valor de una empresa y una dimisión que lo eclipsa todo. La valoración de OpenAI ha tocado techo en el mercado privado y, al mismo tiempo, Larry Summers abandona el consejo con un comunicado cargado de autocrítica.
La cifra es clara: la valoración de OpenAI alcanza los 500.000 millones de dólares tras una venta de acciones de empleados y exempleados. Este hito coloca a la empresa como la start‑up más valiosa del mundo y dispara las quinielas sobre su próxima gran jugada en bolsa.

El salto no llega solo por expectativas; detrás hay acuerdos con fabricantes de chips, inversiones gigantes y un cambio de estructura. Si te preguntas si esta valoración de OpenAI es sostenible, verás que el mercado ya habla de una posible cifra de un billón.
La valoración de OpenAI deja atrás a SpaceX y ByteDance y reordena el ranking global de start‑ups. Este adelantamiento se explica por el empuje de la IA generativa en empresas, educación y software, y por el apetito inversor que no afloja.
Con todo, el récord viene de una operación secundaria, no de una ronda primaria. El resultado es el mismo para el mercado: el “precio” que tú ves en titulares marca expectativas para una futura OPV de OpenAI.
En esta valoración de OpenAI pesan accionistas con músculo. Microsoft mantiene un papel central con inversión y producto, y SoftBank ha reiterado su respaldo tras liderar en marzo una ronda de 40.000 millones de dólares. Ese apoyo consolida el relato de crecimiento y empuja la confianza.
Ningún inversor por sí solo explica el récord. Lo que tú ves es una red de alianzas que refuerza ingresos, computación y distribución, tres palancas que sostienen el valor en el tiempo.
Para justificar la valoración de OpenAI también cuentan los chips. La alianza con Nvidia contempla hasta 100.000 millones de dólares para infraestructura de IA, una cifra que garantiza capacidad de cómputo a gran escala.

Además, OpenAI ha cerrado acuerdos con Broadcom y AMD, lo que diversifica proveedores y reduce riesgos de cuello de botella. La competencia por GPU seguirá siendo dura y vas a poder verlo en precios y plazos de entrega.
La empresa ya ha cerrado su transición a un modelo con ánimo de lucro, una pieza clave para una posible salida a bolsa. Esta estructura facilita gobernanza para inversores y claridad en reparto de retornos, y por eso la valoración de OpenAI encuentra menos fricción.
En los mercados se comenta que la compañía podría alcanzar el billón y firmar la mayor OPV de la historia. Una OPV dependerá de ventanas de mercado, regulación y resultados reales en ingresos.
En paralelo al récord, Larry Summers presenta su dimisión del consejo de administración de OpenAI. La decisión llega días después de que el Congreso de EE. UU. hiciera públicos documentos que describen una relación estrecha durante años entre Summers y Jeffrey Epstein.
El propio Summers admite sentirse “profundamente avergonzado” y asume “toda la responsabilidad” por haber mantenido comunicación con Epstein. Agradece la oportunidad en OpenAI y afirma que ve con entusiasmo el futuro de la empresa.
Summers explica que su retirada de OpenAI encaja con un plan previo para apartarse de compromisos públicos. Según su comunicado, ese paso atrás le permitirá reconstruir la confianza y reparar relaciones personales con su entorno más cercano.

Con todo, su salida se produce después de una fuerte presión mediática. Para ti, el mensaje es claro: la gobernanza de OpenAI intenta aislar la valoración de OpenAI de una polémica que no afecta al producto, pero sí a la imagen.
Summers seguirá con sus obligaciones docentes en Harvard, pero deja otras posiciones públicas. Entre ellas, su papel como colaborador remunerado en Bloomberg TV y su vínculo con el Harvard Crimson, que no renovará su contrato de opinión.
También abandona la presidencia del consejo del Centro para el Desarrollo Global, una beca en el Centro para el Progreso Estadounidense y un puesto en el Laboratorio de Presupuesto de Yale. Su presencia académica continúa en las aulas.
OpenAI ha señalado que respeta la decisión de Summers y agradece sus aportaciones y perspectiva en el consejo. El mensaje busca contener el ruido y proteger la valoración de OpenAI en un momento de máxima atención.
Para ti, esto significa que la compañía intenta separar gobernanza y operaciones. La presión pública seguirá mientras avanza la investigación en Harvard.
Si quieres saber quién toma decisiones, el consejo de administración de OpenAI reúne perfiles técnicos, empresariales y de política pública. Bret Taylor actúa como presidente, con experiencia previa al frente de Salesforce.
Le acompañan Adam D’Angelo (CEO de Quora), Sue Desmond-Hellmann (ex CEO de la Fundación Bill & Melinda Gates), Zico Kolter (profesor en Carnegie Mellon University), Paul M. Nakasone (general retirado del ejército de EE. UU.), Adebayo Ogunlesi (fundador y CEO de Global Infrastructure Partners), Nicole Seligman (ex responsable de Sony Corporation) y Sam Altman (CEO de OpenAI). Hasta su renuncia, también formaba parte Larry Summers.
La Universidad de Harvard ha abierto una nueva investigación sobre los lazos de Summers con Epstein. La polémica crece porque los documentos publicados hablan de una “relación inusualmente estrecha durante años”.
En el plano político, la Cámara de Representantes en EE. UU. votó casi por unanimidad exigir al Departamento de Justicia los archivos sobre Epstein, tras una campaña impulsada por el expresidente Donald Trump. Estos procesos pueden alargarse y afectar al debate público durante meses.
Con alianzas con Nvidia, acuerdos con Broadcom y AMD, y el apoyo de Microsoft y SoftBank, OpenAI refuerza su posición de servicio web y versión empresarial, y busca que la polémica no desvíe el foco del producto ni del valor a largo plazo.
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