Sam Altman, CEO de OpenAI, encendió las alarmas en el mundo tecnológico tras admitir en una entrevista con The Verge que la inteligencia artificial atraviesa una etapa que se asemeja a la burbuja de las puntocom de los años 90. Sus declaraciones llegan en un momento en el que la industria de la IA está atrayendo inversiones multimillonarias y generando una expectativa que, según él, podría resultar insostenible.
El directivo no niega el valor de la tecnología. Al contrario, reconoce que la IA, como en su momento Internet, representa un cambio profundo. Sin embargo, advierte que el comportamiento del mercado refleja una excesiva euforia inversora, lo que históricamente ha sido un mal presagio. “¿Estamos en una fase en la que los inversores en su conjunto están demasiado entusiasmados con la IA? Mi opinión es sí”, declaró sin rodeos.
La comparación no es casual. En los años 90, el crecimiento explosivo de Internet llevó a una ola de empresas emergentes sobrevaloradas que prometían revolucionar la economía digital. Durante esa década, inversores de todo el mundo apostaron miles de millones en proyectos con modelos de negocio poco claros, convencidos de que cualquier iniciativa vinculada a la web sería rentable.
El desenlace llegó en marzo del año 2000, cuando el Nasdaq colapsó y miles de startups tecnológicas desaparecieron. Gigantes como Amazon o eBay sobrevivieron y se consolidaron, pero la mayoría de empresas solo dejaron como legado el recuerdo de un exceso de confianza.
Altman sostiene que la IA atraviesa una fase similar: existe un “núcleo de verdad”, como lo fue Internet, pero alrededor de esa verdad crece una especulación que roza lo irracional. “Cuando ocurren burbujas, las personas inteligentes se entusiasman demasiado con un núcleo de verdad”, explicó.
El fenómeno es visible en la avalancha de inversiones en startups de IA. Compañías con apenas tres empleados y un prototipo reciben rondas de financiación que superan fácilmente los mil millones de dólares. Altman lo califica como “un comportamiento no racional” y asegura que tarde o temprano “alguien se va a quemar allí”.
También te puede interesar:Los nuevos modelos de OpenAI podrían costar hasta $2000Casos recientes refuerzan esta visión. Safe Superintelligence, liderada por Ilya Sutskever, cofundador de OpenAI, ha captado una financiación millonaria en pocos meses, pese a que su producto aún no está en el mercado. Lo mismo ocurre con Thinking Machines, fundada por la exdirectora de tecnología de OpenAI, Mira Murati. Ambos proyectos son una muestra de cómo la reputación de sus líderes basta para movilizar capital a gran escala, sin necesidad de mostrar resultados tangibles.
Este escenario recuerda a las puntocom, cuando empresas con nombres llamativos, pero sin ingresos claros, alcanzaban valoraciones estratosféricas antes de desplomarse.
Altman fue contundente al advertir que “alguien va a perder una cantidad fenomenal de dinero”. Sin embargo, no todo es negativo. Al igual que en el estallido de las puntocom, algunos sobrevivientes saldrán fortalecidos. Amazon, Google y eBay no solo resistieron, sino que transformaron la economía global tras la crisis del 2000.
La IA podría seguir un camino parecido. Para Altman, aunque muchos inversionistas sufran pérdidas, el impacto neto será positivo: “Mucha gente va a ganar una cantidad fenomenal de dinero. Mi creencia personal, aunque pueda resultar equivocado, es que, en general, esto sería una gran ganancia neta para la economía”.
La pregunta clave es qué empresas serán las Amazon del futuro y cuáles quedarán en el camino como simples espejismos tecnológicos.
Mientras critica la irracionalidad del mercado, Altman deja claro que OpenAI se está preparando para sobrevivir incluso a un posible estallido de la burbuja. Según adelantó, la empresa planea gastar billones de dólares en infraestructura, en especial en la construcción de centros de datos capaces de sostener la próxima generación de modelos de IA.
También te puede interesar:Hackean la cuenta de prensa de OpenAI en X para promocionar cripto estafasEste enfoque contrasta con las startups más pequeñas, que dependen casi por completo de la financiación de capital de riesgo. La estrategia de OpenAI es asegurar una base sólida que le permita mantenerse como actor dominante, incluso si el mercado sufre una corrección brusca.
Altman, con cierto tono irónico, predijo que “un grupo de economistas se retorcerá las manos” al ver la magnitud de estas inversiones. Pero al mismo tiempo, dejó entrever que OpenAI se ve a sí misma como uno de los gigantes que sobrevivirá al ajuste.
La reflexión del CEO de OpenAI abre un debate más amplio: ¿hasta qué punto la actual fiebre por la IA responde a avances tecnológicos reales y cuánto se debe a la especulación?
Los progresos de los últimos años son innegables. Herramientas como ChatGPT o MidJourney han demostrado aplicaciones prácticas que van desde la productividad hasta la creatividad. Pero la pregunta es si este ritmo puede sostenerse o si, como ocurrió con Internet, la curva de expectativas sobrepasará a la realidad en el corto plazo.
El riesgo es que la sobrevaloración financiera nuble el juicio de la industria, empujando a empresas a prometer más de lo que pueden cumplir. De confirmarse, el estallido no solo dejaría a inversionistas en bancarrota, sino que también podría erosionar la confianza del público en la tecnología.
La historia de las burbujas financieras —desde los tulipanes en Holanda en el siglo XVII, pasando por las puntocom y la crisis inmobiliaria de 2008— muestra un patrón recurrente: un descubrimiento o innovación genera entusiasmo, el capital fluye de manera desmedida, los precios se inflan y, finalmente, el ajuste llega de forma dolorosa.
La clave, según Altman, es reconocer que, a pesar del riesgo, lo que queda tras la explosión puede transformar la economía. Internet sobrevivió a su burbuja y hoy es la columna vertebral del comercio, la comunicación y el entretenimiento. La IA, en su visión, podría seguir ese mismo camino.
Las declaraciones de Sam Altman no buscan restar importancia a la inteligencia artificial, sino poner en contexto el entusiasmo actual. El ejecutivo reconoce que hay una burbuja, pero también que, tras la corrección, quedarán empresas y tecnologías capaces de redefinir industrias enteras.
La gran incógnita es quiénes serán los ganadores y quiénes se quedarán por el camino. Si la historia sirve de guía, la IA atravesará un periodo de ajuste, pero las compañías mejor preparadas —como OpenAI, Google o Anthropic— podrían consolidarse como los referentes de una nueva era digital.
En palabras del propio Altman, la burbuja es inevitable, pero no necesariamente negativa: “Mi creencia personal es que esto será, en general, una gran ganancia neta para la economía”. Lo que está en juego no es solo el futuro de las startups, sino la manera en que la IA se integrará de forma definitiva en la vida cotidiana y en el tejido económico mundial.
Me dedico al SEO y la monetización con proyectos propios desde 2019. Un friki de las nuevas tecnologías desde que tengo uso de razón.
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