SoftBank acaba de cerrar una jugada de las que hacen temblar el mercado: ha completado su inversión de 40.000 millones de dólares en OpenAI, según una fuente familiarizada con la operación. Con esta ronda, OpenAI no solo se consolida como la empresa de IA del momento, sino que alcanza valoraciones que hace dos años parecían ciencia ficción.
Tras una venta secundaria, su valoración se habría movido hasta los 500.000 millones de dólares, según datos de PitchBook. Hablamos, por tanto, de una de las mayores rondas de financiación privada de la historia reciente, tanto por tamaño como por implicaciones estratégicas.
La noticia, sin embargo, no va solo de dinero. Va de quién manda en la nueva era de la infraestructura de IA y, sobre todo, de quién puede permitirse sostenerla en el tiempo.
Masayoshi Son lleva tiempo obsesionado con una idea muy concreta: la IA no es una función más dentro de productos digitales, sino el motor económico de la próxima década. Desde SoftBank ha impulsado uno de los mayores programas de inversión tecnológica privada del mundo, con foco directo en inteligencia artificial y en la infraestructura que la hace viable.

No basta con tener modelos como ChatGPT. Hace falta una cadena industrial completa: centros de datos, energía abundante, chips especializados, redes y un pipeline capaz de entrenar y servir modelos a escala global.
Este movimiento coincide con un cambio clave en el mercado. La IA se ha convertido en el eje central de los mercados tecnológicos, disparando el apetito inversor de grandes compañías y fondos. Cuando el mercado entra en “modo IA”, los múltiplos se estiran, las valoraciones suben y todos quieren un asiento en primera fila, aunque el billete sea carísimo.
También te puede interesar:SoftBank Redobla su Apuesta por la Robótica y Compra la División de ABB por 4.600 MillonesEl acuerdo se pactó en marzo y establecía que SoftBank invertiría hasta 40.000 millones de dólares en una filial con fines de lucro de OpenAI. No se trataba de un cheque único, sino de una megarronda estructurada por fases, combinando capital directo con coinversión sindicada.

Antes del último tramo, SoftBank ya había sindicado unos 10.000 millones e invertido previamente otros 8.000 millones, según la misma fuente. El cierre definitivo llegó con el último desembolso, situado entre 22.000 y 22.500 millones de dólares.
La lectura es clara: la parte más pesada del dinero entra cuando el terreno ya está preparado y el mercado ha validado, o al menos aceptado, el tamaño de la apuesta. Como detalle de contexto, CNBC fue el primer medio en adelantar la noticia durante el día.
El acuerdo principal valoró a OpenAI en unos 300.000 millones de dólares post-money, es decir, esa fue la foto oficial tras cerrar la ronda. Poco después llegó una segunda imagen aún más llamativa: una venta secundaria completada en octubre habría elevado la valoración hasta los 500.000 millones.
Una venta secundaria no equivale exactamente a una ronda primaria. Refleja apetito por liquidez, demanda de acciones y expectativas de mercado más que entrada directa de capital. Aun así, el salto es revelador.
Nos dice dos cosas al mismo tiempo. Primero, que OpenAI es vista como un activo estratégico. Segundo, que el mercado está dispuesto a pagar una prima enorme por liderazgo en IA, incluso si la rentabilidad queda todavía en el horizonte.
También te puede interesar:OpenAI une Fuerzas con SoftBank en Japón en una Jugada que Redefine el Mapa de la IALa IA ha dejado de ser promesa para convertirse en gasto industrial masivo, y OpenAI se ha posicionado como uno de los pilares sobre los que se construye ese gasto.
Si uno se queda solo en ChatGPT, se pierde el tablero completo. OpenAI no está jugando únicamente a producto; está jugando a infraestructura.

La compañía participa junto a Oracle y otros actores en un proyecto denominado Stargate, una iniciativa de centros de datos de gran escala y de varios años de duración. El objetivo es sostener modelos de IA de próxima generación con más capacidad de cómputo, más usuarios simultáneos y menor latencia.
El proyecto cuenta con el respaldo de grandes inversores, entre ellos SoftBank, lo que refuerza la idea de que la ventaja competitiva ya no está solo en el modelo, sino en todo lo que lo rodea.
Aquí aparece la lectura menos romántica. Quien controle la infraestructura —energía, centros de datos, acuerdos con proveedores— tendrá una ventaja brutal, incluso aunque su modelo no sea el más brillante en benchmarks.
La IA se ha convertido en una carrera de resistencia financiera. Entrenar y operar modelos punteros exige CAPEX constante, contratos a largo plazo y una tolerancia al riesgo que solo unos pocos gigantes pueden permitirse.
SoftBank no mete 40.000 millones “para probar”. Lo hace porque apuesta a que OpenAI se convierta en un estándar de facto o, como mínimo, en una pieza central del stack de IA global.
Con valoraciones cercanas a los 500.000 millones, la pregunta ya no es si OpenAI es buena, sino si el mercado está descontando demasiadas victorias futuras al mismo tiempo. Esta operación funciona como un termómetro: indica que la industria ha aceptado que la IA no es barata y que el premio será para quien aguante el ritmo de inversión.
Si esto es solo la mitad de la carrera, queda por ver quién tiene pulmón para el sprint final… y quién se queda sin chips, sin megavatios o sin narrativa.
Me dedico al SEO y la monetización con proyectos propios desde 2019. Un friki de las nuevas tecnologías desde que tengo uso de razón.
Estoy loco por la Inteligencia Artificial y la automatización.