La cirugía robótica autónoma ya deja de ser un concepto de ciencia ficción. Investigadores de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, han conseguido que un robot lleve a cabo, por sí solo, una fase completa de extirpación de vesícula biliar en un modelo animal.
Lo increíble de este avance es la total ausencia de intervención humana durante la operación: ningún cirujano dirigía directamente el bisturí robótico en ese crítico momento.
El secreto está en la inteligencia artificial, con un sistema creado sobre el popular modelo de lenguaje ChatGPT. Gracias a este desarrollo, el robot analiza datos en tiempo real, anticipa escenarios, toma sus propias decisiones y se ajusta durante la operación si surge cualquier imprevisto. El resultado es un logro que marca un antes y un después en la forma en que entendemos la cirugía robótica.
¿Es realmente posible que una máquina realice una operación compleja por sí misma? La respuesta ahora es sí. Lo que han hecho los científicos de Johns Hopkins va mucho más allá de los robots quirúrgicos tradicionales. Aquí no hablamos de “asistir” al cirujano, sino de tomar el control directo.
Para que el robot pudiera operar de manera autónoma, los expertos lo entrenaron con una amplia base de datos de vídeos reales de procedimientos quirúrgicos. Esta formación permite al sistema comprender los pasos, anticipar complicaciones y ejecutar acciones según la evolución de la cirugía.
El uso de la inteligencia artificial basada en ChatGPT facilita que el robot sepa cuándo cortar, cuándo parar y cómo reaccionar a cambios inesperados en el entorno quirúrgico.
El sistema autónomo reduce la fatiga humana, algo fundamental en intervenciones largas o especialmente delicadas. Los investigadores explican que el desgaste físico y mental del cirujano disminuye, lo que puede traducirse en menos errores por cansancio.
Por otro lado, tener un robot entrenado para tomar decisiones de manera instantánea aumenta la seguridad del paciente. Puede gestionar situaciones imprevistas de forma precisa, sin el despiste o el temblor que a veces afectan a las personas tras muchas horas en el quirófano. La posibilidad de operar durante más tiempo sin perder eficacia es un cambio radical para intervenciones complejas.
Imagina que el robot se encuentra con una complicación inesperada. La diferencia frente a la cirugía asistida tradicional está en que, aquí, el sistema no necesita consultar a una persona. La inteligencia artificial interpreta los datos visuales y sensoriales que recibe de su entorno; busca patrones aprendidos y decide si debe seguir, parar o solucionar el nuevo problema en segundos.
Este proceso requiere analizar vídeos, comparar situaciones actuales y anticipar el siguiente paso óptimo para el éxito de la intervención. Son decisiones clínicas en tiempo real, con una velocidad y detalle, a veces imposibles para el ojo humano tras largas horas de trabajo.
En este caso, el aprendizaje de la IA comienza con una base de datos de cientos de vídeos de cirugías reales. Cada grabación sirve como ejemplo para que el sistema reconozca cuándo hay que cortar un tejido, cómo apartar una arteria o de qué manera actuar ante una hemorragia inesperada.
A partir de estos ejemplos, la inteligencia artificial desarrolla una especie de “instinto quirúrgico” basado en probabilidades. Cuando el robot detecta una situación que ya ha visto antes, toma la misma decisión que aparece en el vídeo, ajustando los movimientos a lo que ocurre en tiempo real.
No todas las cirugías siguen el mismo guion. El sistema IA de ChatGPT permite al robot adaptarse si algo no sale como estaba planificado. Mediante sensores y cámaras, el robot interpreta el estado del paciente y decide en milisegundos cómo proseguir, sin depender de un cirujano humano que esté al mando.
Este tipo de autonomía quirúrgica cambia la manera de realizar operaciones complejas, y multiplica las opciones de éxito cuando surgen problemas inesperados durante la intervención.
¿En qué se diferencia esto de lo que ya existía en cirugía robótica? Hasta la fecha, los sistemas permitían una gran precisión, pero siempre bajo el control de un ser humano. Ahora, por primera vez, un robot se encarga completamente de parte del proceso quirúrgico, gestionando cada decisión sin interacción directa de un cirujano.
Esto transforma la cirugía en una práctica todavía más segura y fiable, capaz de desarrollarse durante horas, con menor riesgo de errores asociados al cansancio humano. La posibilidad de analizar datos visuales, sensoriales, y ajustar la operación en tiempo real, sitúa a la inteligencia artificial como la herramienta principal de los futuros quirófanos.
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Estoy loco por la Inteligencia Artificial y la automatización.